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Hacerle la peineta al pop: lo que se siente en un concierto de Macklemore

Uno de los artistas de hip hop más famosos del mundo actúa este viernes en el Palacio de los Deportes de Madrid

Macklemore levantando pasiones en el Festival de Leeds (Inglaterra), en agosto de 2014.
Macklemore levantando pasiones en el Festival de Leeds (Inglaterra), en agosto de 2014.

Macklemore no es un rapero blanco más

A las minorías no suele gustarles que venga alguien de una mayoría y se apropie de sus problemas y de su forma de expresarlos para crear arte. Pero cuando Ben Haggerty, un rapero blanco de Seattle (Washington, EE. UU.) que se hace llamar Macklemore, lanzó su primer disco hace once años, no lo barnizó de la arrogancia que todo el mundo esperaba de su género musical sino con un sentimiento de culpa que entonces nadie en su país esperaba de su color de piel. “Siento que cumplo pero siempre seré un emecé blanco / lo doy todo cuando escribo una rima / pero eso no cambia el que esté usando una cultura que no es la mía”, se torturaba en su primer disco, The language of my world. No era la única idea del álbum pero sí la más rompedora, la que diferenciaba al novato de otros raperos blancos como Eminem: allí donde ellos se defendían de los críticos, Macklemore les daba la razón. Era un blanco que vivía en un mundo de negros.

El hip hop no lo mueve solo el ritmo: lo mueven principalmente las ideas

Hoy Macklemore es uno de los raperos más famosos del mundo, gracias a sus colaboraciones con Ryan Lewis, un productor que mejoró su perspicaz rima con ganchos y estribillos memorables. Así salió Same love, una canción que acabó llevando a Macklemore a la misma situación incómoda de representar a una minoría a la que no pertenecía: en 2012 este tema compuesto por dos heterosexuales se convirtió, por pura casualidad, en el himno oficioso de la lucha por el matrimonio igualitario en el estado de Washington.

En 2014, Macklemore y Lewis ganaron premios Grammy al mejor artista revelación y al mejor disco de rap. En ambos casos vencieron a Kendrick Lamar, uno de los nuevos iconos del icónico barrio de Compton (Los Ángeles). Aquella noche, Macklemore le pidió perdón en público: “Es muy raro y me da rabia haberte robado”, le puso en un mensaje que luego colgó en su Instagram. Viendo la tendencia del artista a pedir perdón por meterse en problemas raciales que no eran los suyos pero reinciendo una y otra vez, muchos pensaron que eran lágrimas de cocodrilo. Pero en realidad eso es precisamente lo que distingue a Macklemore. Es uno de los raperos más originales y sinceros del momento. Su lucha por encontrar su hueco en el hip hop es la lucha de cualquiera por encontrar un hueco en el mundo. Macklemore solo quiere resultar auténtico. Como todos nosotros.

Macklemore sabe combinar sus pensamientos de siempre con ideas francamente interesantes

Quizá de esas ganas de autenticidad viene el espíritu de This unruly mess I’ve made, el nuevo álbum del dúo, que en esencia busca hacerle una peineta al pop. Hay nuevas reflexiones raciales (White privilege II) que no caen en lo obvio, pero tampoco en lo condescendiente. Y también hay temas mucho más originales (Brad Pitt’s cousin) sobre la cuenta de su gato en Instagram y o uno (Need to know) donde se pregunta qué diferencia hay entre sus reflexiones y los vídeos de Miley Cyrus haciendo twerking. Si todo esto resulta demasiado intelectual, recuerde que hay un tema (Spoon) sobre dormir haciendo la cucharita.

¿Cómo se traduce esto sobre el escenario?

Nada de esto le resta musicalidad a Macklemore y Lewis. El dúo actuará en Madrid este viernes 1 de abril, en el Barclaycard Center-Palacio de Deportes, y es una oportunidad de ver el espectáculo que es capaz de generar: por mucho que a alguien se le atraviese el inglés, los sentimientos se entienden sin las letras, los estribillos enganchan, los beats emocionan y la energía que mueve a Macklemore se contagia. Es mucho más que hip hop, pero también es un gran hip hop.

 

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