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Lesbos: primera parada de quienes no tienen elección

La ONG Proactiva Open Arms moviliza a 850 socorristas al año en las costas españolas y vigila el litoral de la isla griega, a la que llegan muchos refugiados sirios

Rescate en Lesbos.
Rescate en Lesbos.Proactiva Open Arms

Casa África acogió hace unos días la conferencia “No hay elección”, sobre la crisis de Siria y la atención marítima que se da a los refugiados en el Mediterráneo a través de la experiencia en la isla griega de Lesbos de la ONG Proactiva Open Arms

En Siria hay dos tipos de áreas: las de difícil acceso, para las que hay que pasar checkpoints que suponen un hándicap, no tanto por el desembolso de dinero como por la pérdida de tiempo, y las zonas que están bajo sitio, a las que directamente no se puede acceder. Esto lo contaba Pablo Yuste, director del Centro Logístico que tiene el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas en Las Palmas de Gran Canaria. Para él, la esperanza para Siria es que el Acuerdo de Múnich permita que la comida llegue a las zonas sitiadas. Yuste cerraba su intervención preguntándose cómo no van a huir los sirios si, por ejemplo, en Madaya, ciudad sitiada en el país, se han llegado a pagar 230 dólares por un solo kilo de arroz.

José Luis Smoris, responsable de la ONG Proactiva Open Arms en Canarias, contó que su organización moviliza a 850 socorristas al año en las costas españolas y que ahora también vigilan los entre 25 y 30 kilómetros de litoral de la isla griega de Lesbos, a la que arriban muchas personas que se lanzan al mar huyendo de sus países; sobre todo, sirios. Allí, los de Proactiva son los únicos que rescatan en el mar, de día y de noche. Las otras organizaciones desplazadas en la zona —una holandesa, una alemana y una estadounidense— ayudan a los que llegan una vez están en tierra.

Uno de los socorristas ayuda a una niña refugiada.
Uno de los socorristas ayuda a una niña refugiada.Proactiva Open Arms

En los últimos meses, se han habituado a recibir entre 50 y 60 embarcaciones cada día, muchas hinchables y en las que se hacinan decenas de personas en apenas siete o nueve metros. “El verano pasado, hubo días en que recibíamos a unas 4.000 personas", subrayó Smoris. Tan familiarizados están con la llegada de estos barcos que, mostrando fotografías que ha sacado en Lesbos, señaló que, cuando ven uno lleno de los reglamentarios chalecos naranjas, saben que los que van a bordo son sirios y que el desembarco será relativamente tranquilo. Por el contrario, cuando en la nave hay chalecos de varios colores, los tripulantes suelen ser afganos, pakistaníes y de otros países.

Turquía y Lesbos solo están separados por nueve kilómetros de agua, pero los botes de refugiados pueden tardar horas e, incluso, días en salvar esta corta distancia porque nunca van en línea recta. Ponen al mando al que consideran el más inteligente del grupo quien, generalmente, no sabe cómo se maneja un barco. Smoris aclaró que los socorristas no pueden hacer señales a estos barcos para que se dirijan a las zonas costeras menos escarpadas y peligrosas porque las autoridades griegas podrían acusarles de tráfico de personas. Por suerte, declaró que muchos se comunican con Proactiva a través de su cuenta de Facebook y así les mandan sus coordenadas. ¡Benditos móviles!

Estas personas no están solicitando ayuda, reclaman un derecho Pablo Yuste (PMA)

Visiblemente emocionado en algunos momentos, el responsable de Proactiva en Canarias describió varios rescates en los que había participado apoyándose en fotografías y vídeos que recordaban a imágenes vistas en el documental To Kyma, recientemente emitido en La Sexta. “Una noche, sacamos a 300 personas de una zona de acantilados, entre los que había una embarazada de casi nueve meses, una persona ciega, otra en silla de ruedas y varios ancianos”. Smoris explicó que, muchas veces, los tripulantes son obligados a subirse a las embarcaciones, llegando a amenazarles incluso con armas, cuando no quieren por miedo al agua (para muchos es la primera vez que ven el mar) o por miedo a la evidente precariedad de las naos. En otra ocasión, los socorristas de Proactiva vieron aproximarse un barco de madera que estaba para el desguace cuando, de repente, la cubierta superior cedió por el exceso de peso y cayeron al mar entre 350 y 400 personas. Lograron salvar a 200.

Una de las imágenes que más conmocionó al público asistente a la conferencia en Casa África fue la que, según Smoris, mejor refleja la situación que se está viviendo: una niña a la que su madre ata un corcho a la espalda a modo de salvavidas.

"Estas personas no están solicitando ayuda, reclaman un derecho", sentenciaba Pablo Yuste, del PMA, en el cierre de la charla. Si bien, matizó que no todo sirio tiene derecho a ser reconocido como refugiado, ya que esta es una categoría jurídica que depende las circunstancias personales de cada solicitante y no de su nacionalidad. Con todo, como destacó Begoña Vera en nombre de Las Palmas Puerto Humanitario, organizador de la conferencia, el título de la misma era "No hay elección" porque no la hay ni para los refugiados, que no ven más opción que huir así de sus hogares, ni la hay tampoco para los países receptores, que están obligados a acoger a estas personas por la convención de Ginebra. "Se lanzan al mar porque el paso terrestre no está abierto. Se está rompiendo el principio de no rechazo".

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