¿Es Internet más inteligente que sus usuarios?
Lo que se denomina inteligencia colectiva funciona en muchos casos, y puede hacer cosas que no podría hacer un individuo
¿Puede un grupo de 100.000 personas ser más inteligente que la suma de sus partes? ¿Existe la inteligencia colectiva? El asunto es en el fondo un mero aspecto, aunque bien interesante, del problema general de los sistemas emergentes. Ni el nitrógeno (N) ni el hidrógeno (H) huelen a amoniaco (NH3). Una célula es mucho más que una sopa de sus 5.000 ingredientes. Una mente no se explica con el censo de sus 100.000 millones de neuronas más de lo que Nueva York se explica examinando su listín telefónico. Ningún sistema complejo consiste solo en su lista de componentes. Hay además unos principios organizativos que, hasta ahora, no sabemos predecir sin conocer la solución que ha encontrado la naturaleza.
Entonces, ¿existe la inteligencia colectiva? Sabemos que existe en los insectos sociales. Una hormiga no sabe geometría, pero un hormiguero sí: puede calcular, por ejemplo, el punto más alejado de todas sus bocas, para utilizarlo como pudridero de cadáveres sin amargarle demasiado la cena a ninguna de ellas. Una colonia de abejas funciona como un buen termostato que mantiene constante la temperatura de la colmena, pese a que cada abeja individual es una perfecta incompetente para esa tarea. Es natural preguntarse si algo así puede funcionar también para nuestra especie. ¿Puede ser Internet más inteligente que la suma de sus usuarios? ¿Cuál sería nuestro papel individual en la emergencia de ese monstruo? ¿Cuál el principio organizativo?
Bajemos un poco el volumen filosófico para ver lo que ya existe. La Wikipedia, por ejemplo, no solo es la web de consulta más visitada del mundo, sino también la mayor enciclopedia de la historia. Con su control central reducido al mínimo, se trata esencialmente de una obra colectiva, escrita, corregida y editada por sus propios usuarios. Hay artículos infumables o planamente erróneos, pero también otros recomendados en sus libros por premios Nobel, o que han empatado con la Britannica en una prueba de doble ciego con lectores expertos. Yo no creo que haya sustituido a la Britannica, pero sí que la complementa en muchos casos. Por lo que respecta a las manipulaciones malintencionadas, cien mil ojos pueden ser un escudo poderoso. Lo mismo cabe decir de Linux y el software libre, de los proyectos científicos colectivos que usan algunas farmacéuticas como Eli Lilly, y de los trabajos astronómicos de clasificación de galaxias; de los genios de búsqueda de Amazon o iTunes, que predicen tus gustos futuros sintetizando los de la gente que coincide contigo en los gustos pasados, y hasta de los experimentos de democracia en abierto que se ensayan en Islandia, Estonia, Nueva York o Madrid.
¿Es esto inteligencia colectiva? Bueno, ¿por qué no llamarla así? Funciona en muchos casos, y puede hacer cosas que no podría hacer un individuo. Predecir los gustos musicales o literarios de alguien está mucho más allá del alcance de la neurología actual, pero se puede hacer extrayendo patrones de la conducta de mucha gente. Si eso es hacer trampa, también lo es la sociedad de neuronas que llevamos en el cráneo. Pensadlo.
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