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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Consenso económico

Es urgente evitar una ‘guerra de divisas’ e incentivar el crecimiento

Christine Lagarde, directora gerente del FMI, durante su intervención en el Foro de Davos.
Christine Lagarde, directora gerente del FMI, durante su intervención en el Foro de Davos. JEAN-CHRISTOPHE BOTT (EFE)

Los asistentes al Foro Económico de Davos han tomado nota de primera mano del riesgo de recesión que amenaza la economía global. El Foro ha convertido en voz común lo que ya era un diagnóstico extendido sobre el riesgo de una nueva recesión mundial: a la debilidad del crecimiento económico posterior a la crisis financiera de 2008 se ha superpuesto peligrosamente la brusca desaceleración china, causada por la incapacidad del Gobierno de Pekín para generar las transformaciones financieras y de modelo de crecimiento que necesita el país. Los agentes económicos consideran, no sin razón, que las autoridades chinas no pueden resolver sus problemas a corto y medio plazo; las finanzas del país siguen sangrando en una fuga rápida de divisas, mientras que otros emergentes (Rusia y Venezuela en especial) se aproximan al colapso debido a la pérdida de ingresos provocada por el hundimiento del precio del petróleo.

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Este diagnóstico, recogido con mayor o menor dramatismo en Davos, ha ocasionado en el Foro una reacción pesimista, justificada porque no se aprecia una salida clara de la situación de estancamiento que amenaza a todas las áreas económicas del planeta. El riesgo de nueva recesión llega en un momento difícil, después de un episodio durísimo de crisis, en el que algunos de los instrumentos para combatirla (como la política monetaria) se han probado ya, con cierto éxito en EE UU pero con resultados próximos a la mediocridad en el área del yen y dudosos en el área del euro. Mario Draghi, presidente del BCE, ha tenido que anunciar que “reconsiderará su política monetaria en marzo si la amenaza de deflación sigue vigente y si la tasa de crecimiento en la eurozona sigue siendo baja”.

La política monetaria es básica para corregir una crisis global de crecimiento, pero no es suficiente. El propio Draghi acaba de explicar, de pasada, la importancia de las inversiones en infraestructuras para incentivar el crecimiento y estimular la productividad. La hipótesis de una recesión solo podrá conjurarse si se encuentra el modo de que la inversión recupere su confianza en las expectativas de la economía a corto y medio plazo; pero eso no es posible si en algunas zonas monetarias, como Europa, todavía se mantiene la prioridad del ajuste presupuestario como criterio de política económica. Los mercados, incluso los de deuda, se entusiasman sobre todo con el crecimiento. Por esa razón es necesario que en Europa, ya casi uno de los enfermos crónicos de la economía mundial, se pongan en marcha reformas y programas de inversión que no generen déficit.

El primer paso después de Davos es evitar que el pánico se propague en forma de una guerra de divisas. Utilizar la moneda para corregir una situación que tiene causas estructurales es una ilusión; de hecho, produce daños en los vecinos que pueden ayudar al resurgir de la economía propia. Es obligado, además, buscar un nuevo consenso que recupere el papel de la inversión y los incentivos al crecimiento. Estas son las lecciones de Davos; pero sigue siendo incierta la capacidad de los Gobiernos para convertirlas en una política económica eficaz.

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