_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Doña Soraya

Las que trabajamos con hombres desde las prácticas estamos curadas de espanto

Luz Sánchez-Mellado

No hace tanto, en uno de esos obrones de 500 pisos que se estilaban antes de la debacle inmobiliaria, los aparejadores se tomaban el cafelito muertos de la risa en la caseta. El mejor chiste era, como suele, un hecho verídico. Uno de ellos había oído al capataz informando a un albañil sobre a quién debía reportarse: “Los que veas más desastraos. Don Óscar, don Israel, don Yerai, don Jonathan... y la Maite”. Lejos de ofenderse, la Maite, o sea doña Teresa, jefa de la obra, del albañil, del capataz y de todos los presentes, era quien más se reía. Habituada a oir peores motes, ese le parecía cariñoso.

Las que trabajamos con hombres desde las prácticas estamos curadas de espanto. Siendo intolerable que nos llamen niña, cielo, mona o con diminutivos sonrojantes, lo cierto es que nos va en el sueldo. Gajes del oficio, cabría pensar, si no fuera porque a ellos no les ocurre. La novedad es que hoy, en público, no queda bonita tanta confianza. Queda lo que es: sexista. Y puede costarle el puesto al simpático o al galante de turno.

Sucedió en el debate de los candidatos con la vicecandidata Sáenz de Santamaría. Ellos se llamaban de tú: Pedro, Pablo, Albert, tío. Pero a ella no osaron bajarla del usted ni del señora ni del doña por si las feministas. Fue en lo único en lo que coincidieron los señores. En su unánime descoloque de varones frente a una mujer poderosa. Es todo más fácil. Mientras ella jugaba con el usted y el tú sin complejos, ellos no sabían ni cómo tratarla. Falta de costumbre. Habla Pablo Iglesias de una Operación Menina (sic) para aupar a Soraya a la presidencia. Ella se toma con humor la grosería. Seguro que la llamaban Sorayita cuando era becaria en Génova, 13. Y sí, España, donde hay machotes que aún mandan a fregar a las conductoras, está lista para una presidenta. Tan astuta o torpe como ellos. Tan demagoga. Tan corrupta, a unas malas. Se llame Soraya, Susana, Inés, Carolina o Rita la Cantaora.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_