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Un relato, un cómic, un vídeo y una obra de arte por la cooperación

Arancha Guereña, Miguel Gallardo, Karin Du Croo, Ruth Quirce y Blanca Soto se dan "un baño de pueblo" para poner en valor con su arte los proyectos que cambian vidas con los impuestos de todos

Miguel Gallardo durante el viaje a República Dominicana para dibujar la importancia de la cooperación.
Miguel Gallardo durante el viaje a República Dominicana para dibujar la importancia de la cooperación. OI

Hace ahora unos veinte meses que, en una noche como esta, me encontraba haciendo la maleta para emprender mi viaje a República Dominicana. Había apurado hasta el final, como siempre, y me encontraba restando horas de sueño a la madrugada para preparar un equipaje que contuviera al menos lo imprescindible para mi aventura caribeña. Me desperté tremendamente agotada. El ritmo de las últimas semanas de trabajo había sido demasiado frenético y de nuevo casi no había dormido, pero a la vez estaba tremendamente ilusionada.

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No viajaba sola. Me acompañaba un grupo la mar de heterogéneo que se conocía por primera vez en el aeropuerto y que a partir de ese momento conviviría las veinticuatro horas durante varios días, a lo Gran Hermano: Arancha Guereña, investigadora; Miguel Gallardo, artista de cómic; Karin Du Croo, artista audiovisual; Ruth Quirce, artista plástica; y Blanca Soto, galerista de arte contemporáneo. Ante este panorama, yo era la persona responsable de que el viaje saliera bien, no se produjera ningún conflicto y, sobre todo, se cumpliera el objetivo que nos habíamos marcado: conocer de primera mano el rostro humano que está detrás de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Y, más importante aún, plasmarlo todo en un relato, una historieta de cómic, un vídeo y una obra de arte que movilizaran a la ciudadanía en la defensa de la cooperación al desarrollo, la política pública más cercenada desde que se inició la crisis, con un recorte acumulado del 70%.

De República Dominicana puede decirse que, como certeramente aclama el propio país en su eslogan, lo tiene todo: gente cautivadora, una naturaleza exuberante, playas paradisíacas… pero también barriadas en la periferia de Santo Domingo, como La Ciénaga, Los Guandules o Guachupita, donde malviven miles de personas sin agua potable ni alcantarillado, y entre continuos cortes de luz. Sin embargo, el imaginario que todas tenemos en la cabeza de Dominicana es precisamente esa visión estereotipada de grandes palmeras, aguas cristalinas, sol y ritmo caribeño, como nos contaron en este video Miguel y Karin.

Durante 10 días intensos nos empapamos de esa Dominicana desigual, entre continuos madrugones, viajes de acá para allá, encuentros con organizaciones, visitas a proyectos de cooperación al desarrollo y muchas, muchas emociones. Una tarde acudimos al Centro METAS (Mujeres Ebanistas Tapiceras Artesanas Solidarias) de Ce-Mujer (Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer), una organización apoyada por la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) que suministra formación técnica a mujeres en oficios tradicionalmente de hombres, y las acompaña en sus procesos de búsqueda de empleo o creación de microempresas. Este programa es además una alternativa que evita que las mujeres puedan ser objeto de la violencia de sus parejas. En la medida en que las mujeres dejan de depender económicamente del compañero y se sienten capaces, dejan de ser vulnerables a la violencia machista.

Nos esperaban quince mujeres para compartir un espacio de encuentro. Miguel era el único hombre en la sala. Una a una fueron abriendo su corazón y relatándonos sus historias de mujeres valientes. Casi todas empezaron el oficio en su casa, donde encontraban a menudo el primer obstáculo: su propio marido. “A mi marido no le gustaba nada lo de que yo me hubiera hecho tapicera. Decía que no le estaba cuidando bien, me pinchaba las ruedas para que no pudiera llegar a hacer mi reparto… Un día llegó y me dijo: ¡o los muebles o yo! Lo tuve claro, me quedé con los muebles”. Ana Sofía no fue la única, en seguida otra mujer dio la réplica: "Muchas hemos cambiado los muebles por los maridos". A lo que siguieron las risas generalizadas. Fuera de casa todas ellas se enfrentan a los prejuicios machistas que van venciendo a diario.

Centro de Mujeres Ebanistas Tapiceras Artesanas Solidarias, apoyado por la AECID para dar formación a mujeres en oficios "de hombres".
Centro de Mujeres Ebanistas Tapiceras Artesanas Solidarias, apoyado por la AECID para dar formación a mujeres en oficios "de hombres".Z.Q.

Ya no son las mismas de antes. “Mi vida ha cambiado desde que entré en este programa. Me he dado cuenta de que no tenemos límites, podemos llegar donde queramos llegar”. Escucharlas me dio ese chute de motivación que necesitaba para seguir creyendo que otro mundo es posible y que, sin duda, lo vamos a conseguir.

Cuando salimos de allí, Miguel me miró y me dijo: “Seguramente cualquiera de estas mujeres podrían dar lecciones magistrales a los chicos del Instituto de Empresa”. Me reí y le dije: “Tú pagas impuestos, ¿verdad Miguel? Pues puedes sentirse orgulloso porque tú eres parte del cambio que han vivido estas mujeres. Gracias a la cooperación se ha podido hacer todo esto, y la cooperación la estamos financiando todas y todos con el pago de nuestros impuestos, quien los pague, claro está”. Miguel también se río, y concluyó: “Pues sí, hoy estoy orgulloso de pagar mis impuestos si estos hacen posible proyectos como el que hoy hemos visto”.

Lo mejor de esta experiencia ha sido vivir y sentir el cambio que se ha dado en los desconocidos que emprendimos juntos este viaje. Un grupo que, como diría Euclides, nuestro conductor en Santo Domingo, había tenido un "baño de pueblo". Un baño de realidad de esos que marcan un antes y un después en tu trayectoria de vida y que no hace más que reafirmar la necesidad de defender la cooperación al desarrollo. Esta política pública es fundamental para sostener el cambio de miles de mujeres como las que conocimos en el Centro Metas. Como acertadamente apuntó Nelly Chalas, encargada del programa de formación técnica y empleo de CE-Mujer, “la buena dominicana es una mesa de cuatro patas: Ce-Mujer es una, las propias mujeres es otra, la otra pata es la cooperación internacional y la otra es el Estado. Si una de esas no está, la mesa se va a quedar coja, la mesa se va a caer”.

Zinnia Quirós Chacón es coordinadora de la unidad Más y Mejor Ayuda y la campaña Sí Me Importa. Además, es responsable del Programa Doméstico y del departamento de campañas y ciudadanía de Oxfam Intermón.

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