Un elemento que puede salvar vidas

La existencia del Día Mundial del Retrete puede provocar cierta hilaridad. Sin embargo, hay que preguntarse ¿Qué pasaría en nuestras ciudades si no tuviésemos retretes? La gente no tendría más remedio que orinar y defecar al aire libre, y esto, además de provocar una emergencia sanitaria de primer orden por la consiguiente contaminación de las aguas, y un deterioro de los espacios públicos, afectaría a la intimidad de todos, sobre todo de las mujeres.

Existen varias razones físicas por las cuales las mujeres utilizan más los retretes que los hombres. En primer lugar, alrededor del 25% de las mujeres están menstruando en un momento dado. Además, las infecciones urinarias son el doble de frecuentes en las mujeres que en los hombres —alrededor de un 20% de las mujeres sufre este tipo de afección alguna vez en la vida— lo que incrementa la frecuencia y la urgencia de orinar de las mujeres en relación a los hombres. Los embarazos también contribuyen a que las mujeres inviertan más tiempo en el retrete que los hombres: por distintas razones, tanto durante los primeros meses de gestación como durante los últimos aumenta la necesidad de orinar en las mujeres. A partir de los 50 años la probabilidad de las mujeres de sufrir incontinencia es del 30% contra el 1,5% de los hombres. Así, la carencia de saneamiento tiene mucha más incidencia sobre la calidad de la vida de las mujeres que sobre la de los hombres.

La conmemoración del día del retrete se sustenta en el hecho de que alrededor 2.400 millones de personas de los 7.000 habitantes del mundo, según la ONU, no tienen acceso a un saneamiento adecuado y 1.000 millones defecan y orinan al aire libre. Se calcula que 20 países, la mayoría de ellos en el Sur de Asia y en África Subsahariana, concentran el 80% de la defecación al aire libre del mundo. Existe una correlación muy importante entre el nivel de renta y el porcentaje de la población que realiza esta práctica: por ejemplo, en Níger, que es el país menos desarrollado del mundo según el Índice de Desarrollo de las Naciones Unidas, un 72% de la población hace sus necesidades al aire libre.

La existencia de un saneamiento de calidad es vital para la realización de derechos básicos tan importantes como el derecho a la salud, al agua de calidad, a la educación de las niñas y el derecho a la vida libre de violencias de las niñas y las mujeres.

En cuanto al derecho a la salud y al agua de calidad, las vinculaciones son más o menos evidentes: las enfermedades diarreicas están vinculadas a la muerte de cientos de miles de niños cada año en países con limitados recursos. Una de las causas más importantes de estas enfermedades es la transmisión de patógenos intestinales a partir del contacto con las heces.

Ello se produce porque en los lugares donde se defeca al aire libre dicho contacto es casi inevitable. Además, en lugares sin acceso seguro al agua potable, o con infraestructuras de baja calidad, la defecación al aire libre puede producir filtraciones en el agua de superficie. Hay también muchas personas que por pudor se meten en el agua para hacer sus necesidades.

El lema de Naciones Unidas para este año 2015 es Mejor saneamiento para una mejor nutrición. Según la OMS, alrededor del 50% de todos los casos de malnutrición están asociados con infecciones intestinales. Existe un círculo vicioso entre diarrea y malnutrición, especialmente para la población infantil. La población infantil con diarrea absorbe peor los nutrientes, lo que les hace más susceptibles a padecerla de nuevo. Se calcula, siempre según la ONU, que cada día 2.000 niñas y niños mueren por enfermedades diarreicas, lo que representa un total de 730.000 niños y niñas al año.

En muchos países en vías de desarrollo, las infraestructuras de atención sanitaria no están equipadas con letrinas de calidad, lo que incide directamente en la calidad de la atención, pues aumenta el riesgo de contraer infecciones y enfermedades dentro del centro de salud y desincentiva el recurso a dichas infraestructuras. Las mujeres, por su rol reproductivo, usan más las infraestructuras sanitarias, y, por lo tanto, resultan más perjudicadas por esta problemática que los hombres.

Menos evidente quizá es la vinculación entre retretes adecuados y el derecho a una vida libre de violencias, sobre todo para las niñas y mujeres. La realidad es que muchas mujeres y niñas son atacadas mientras buscan lugares apartados para hacer sus necesidades.

A su vez, esto incide en el derecho a la educación. A falta de un saneamiento adecuado y seguro, los padres de muchas niñas deciden no llevarlas a la escuela para protegerlas. Además, muchas de ellas, aunque van normalmente, se ausentan durante los días en que dura su menstruación (4 ó 5 días al mes).

Por todo ello, desde el Movimiento por la Paz (MPDL) llevamos a cabo diferentes proyectos con el objetivo de garantizar, por medio del agua y el saneamiento, los derechos más básicos de la población en diferentes lugares del globo. Por ejemplo, en Malí construimos letrinas en centros de salud y en escuelas que, además de garantizar el derecho al saneamiento, garantizan la intimidad de las mujeres y niñas a la hora de hacer uso de las mismas y refuerzan su derecho a la salud y a la educación. También realizamos intervenciones de prevención de la malnutrición que incluyen la educación en hábitos de higiene saludable, incluido el uso de las letrinas.

Porque, aunque el Día Internacional del Retrete pueda producir extrañeza o hilaridad, la igualdad de oportunidades y la dignidad de muchos millones de personas en todo el planeta dependen muchas veces de cosas tan simples como tener un retrete en el hogar.

Alicia Fernández López (Movimiento por la Paz, MPDL)