Adrià presenta la traducción al chino de su enciclopedia
"En elBulli pusimos a los cocineros a pensar", dice el chef
"La mayor de las redes sociales en el mundo no es Facebook ni Twitter: es la cocina", asegura Ferran Adrià. El cocinero ha presentado este lunes en Pekín los siete volúmenes de la edición china de su libro elBulli 2005-2011, disponible únicamente en inglés y en mandarín. A lo largo de 350 recetas y más de un millar de fotos revela los secretos de algunos de los platos que le valieron a su restaurante el título de mejor del mundo cinco años seguidos y tres estrellas Michelin.
Para el chef catalán aún hay enormes posibilidades de diálogo culinario entre Oriente y Occidente. Aunque cada vez hay más interacción, "aún está todo por descubrir. Faltan 30, 40 años, para comprender qué es la cocina en China, en Japón o India. Y luego está Corea, el sudeste asiático... Hay una cantera increíble para ir aprendiendo", explica.
Incluso en una cocina tan atada a la tradición como la de China, surge gente a la que le gusta innovar. Uno de estos exploradores es su amigo Da Dong, "el gran Dong", dueño de una célebre cadena de restaurantes especializados en pato laqueado en Pekín y que en algunos de sus platos, donde funde tradición china y occidental, emplea ingredientes tan españoles como el jamón serrano. "Hay gente en China que está abriendo la mente, algo que no es fácil en un país como este", asegura Adrià.
Tiempo de exploración
Este trabajo de exploración, afirma, es la seña de identidad de su filosofía culinaria. Tradicionalmente, las recetas eran fórmulas que los cocineros únicamente reproducían. "Lo que hicimos en elBulli fue poner a los cocineros a pensar". Y lo explicó de manera práctica: "¿Es el vino una bebida? Puede serlo. Pero, ¿y si lo echamos a un pollo al vino? ¿Sigue siendo una bebida? A menos que se lo beba el pollo, no".
"Todo evoluciona", explica. Ese amor por la innovación es lo que trata de inculcar a los jóvenes en la Fundación elBulli, el gran proyecto de formación en el que está inmerso. "Esperamos que el resultado vaya apareciendo dentro de 10 años, poco a poco". Él lo tiene claro: "No nos pidáis cosas rápidas. Para hacer elBulli tardamos casi 20 años. Cada vez tengo más claro que hay que esperar. Hay que disfrutar", declara el hombre que cerró su restaurante en su momento de mayor fama. "Una cosa es ser exigente, y otra volverse loco".
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