Europa: una idea que atrae, a pesar de las apariencias
Por encima de tópicos y crisis, el proyecto de la UE despierta interés allí donde se explica
“No existe el demos europeo” es una de esas sandeces que uno se harta de oír como corresponsal europeo, una simpleza a la altura de “los Veintiocho, divididos” o del simpar “Europa en la encrucijada” (apestoso tópico que, con sus más de 500.000 guguelazos, debería estar prohibido por la Declaración de Derechos del Hombre). Dante hizo de la tortura la esencia del infierno, y frases de esa calaña son un suplicio dantesco para quienes escriban, lean o piensen sobre Europa y sus desvelos. Ferrara, a dos pasos de Bolonia, ha organizado en octubre un festival internacional en el que básicamente hablan periodistas (gremio casi tan apedreado como Europa, probablemente con mucha razón en ambos casos), y que como por arte de magia consigue llenar teatros, cines y demás espacios habilitados.
En esta edición, el escritor Martín Caparrós le sacudió a Cristina Fernández de Kirchner; Jared Diamond habló de su Colapso; y un par de cientos de reporteros disertaron sobre emigración, América, sobre casi cualquier cosa con esa mezcla de atractiva superficialidad y esa compulsión clasificatoria y teorizante que suele tener el periodismo. La gran estrella fue Europa y su multitud de crisis. Pero más que el contenido de esas sesiones, lo impactante fueron las formidables colas para asistir a las charlas sobre la UE. Esas colas desmienten de un solo vistazo la frase que encabeza este texto; el ambiente en Ferrara recuerda aquel adagio de Steiner: “Europa son sus cafés”. ¿Mucho anti-UE? Lo justo y necesario.
En la sala de prensa del distrito europeo de Bruselas abunda el cinismo respecto a Europa; en los despachos de los eurócratas, la norma es una abrumadora autocomplacencia que convierte a los críticos en enemigos del proyecto europeo. Con decir fuego no se quema la boca, dice un refrán sefardí: Ferrara es capaz de mostrar una actitud crítica y a la vez es la constatación de que los europeos siguen abrazando la idea de Europa, pese a todo, porque en el fondo sigue siendo válido eso de que hay que conocer la historia para escapar de ella.
¿Quieren un demos? Hagan más Ferraras.
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