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Cli-Fi: la literatura que predice el cambio climático

¿Distopía o futuro más o menos cercano? Un repaso a las grandes obras nos alerta de una realidad... ¿posible?

Una de las portadas de 'El mundo de Cristal', de J. G. Ballard
Una de las portadas de 'El mundo de Cristal', de J. G. Ballard

Tras el tirón de orejas que el papa Francisco pegó a todos los altos representantes de la ONU reunidos en Nueva York hace algunos días, otros mandamases como el Príncipe de Gales, que recientemente escribió una solemne carta a la justicia británica para que se pusiera las pilas combatiendo el cambio climático, han levantado su voz a favor de una conciencia ecológica global. No son los únicos: Leonardo DiCaprio, gran actor que además de preservar el hábitat natural de modelos de metro ochenta parece también muy preocupado por la destrucción del ecosistema de especies de tortugas amenazadas , participó la semana pasada, sin ir más lejos, en un simposio de particulares e inversores comprometidos en eliminar cualquier negocio relacionado con combustibles fósiles. El cambio climático parece algo serio a lo que parece no terminamos de hacer caso a pesar de que, no sólo los activistas políticos, sino también la ficción, llevan advirtiendo desde hace décadas. Sin ánimo de adelantar el juicio final o resultar catastrofistas, repasamos cinco obras de ficción representativas de ese género.

1. Libro del Apocalipsis. La Biblia.(Fecha indeterminada entre el siglo I y II) Tomando la Biblia católica de manera literaria y no doctrinal, podemos decir sin temor a equivocarnos que no hay una descripción más aterradora de una catástrofe climática que la que describe el propio libro del Apocalipsis (bueno, la parte de Diluvio Universal también tiene tela) protagonizada, en este caso, por siete ángeles encargados de destruir la tierra, mar, ríos y todo bicho viviente. Algunos fragmentos dicen: (Apocalipsis 8, 7-11) “El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde. El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar (…) El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. (…), “unas aguas amargas que matan a los hombres”… Y, en fin, capítulos enteros que narran toda serie de tormentas, granizos de cuarenta kilos, terremotos, azufre por doquier, y “hombres (que) buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos”. Una masacre ecológica en toda regla.

2. El mundo de cristal (1966). J.G. Ballard. Con momentos descriptivos que recuerdan a las atmósferas más tenebrosas de Conrad, J.G Ballard, uno de los maestros indiscutibles del género, introduce desde las primeras páginas al lector en un mundo fantástico, repleto de animales extraños y selva cristalizada, que resulta, al mismo tiempo, paradójicamente real. Ese cristal que asola el mundo es, por una parte, mortal y, por otra, precioso y protector con lo que toca (¿cómo el hombre?). No es quizá su obra más famosa, pero, junto con sus predecesoras El mundo sumergido (1962), El huracán cósmico (1963) y La Sequía (1964), forma una suerte de tetralogía apocalíptica que ha sido modelo para otras muchas novelas que vendrían después.

3. La carretera (2006). Cormac McCarthy. En un mundo gris, polvoriento y lúgubre, McCarthy desciende al lector hasta la hipodermis narrativa: lo desafía desgarrando a jirones su piel adormecida, indolente y resignada haciéndole espectador del viaje de un padre y su hijo por una vida sin nada: sin arte, ni música, ni naturaleza, ni risa….solo supervivencia en un planeta destruido. Y al lector no le queda otra que recoger el guante. Porque en una novela de algo más de 200 páginas no hay nombres, ni referencias históricas o temporales, no hay pasado ni futuro; solo el feroz enfrentamiento a un asfixiante presente. Y es precisamente esa falta de aire la que hace al lector incomodarse, revolcarse en el lodo de eso mismo que comparte con los protagonistas: su condición de humanos. ¿Qué se puede esperar cuando ya no queda ninguna razón para querer vivir?

4. El año del diluvio (2010) Margaret Atwood. Publicada como una especie de continuación de su anterior novela distópica Oryx y Crake (2003), esta obra post-apocalíptica de la escritora y activista canadiense, muestra la vida de dos mujeres supervivientes a un cataclismo provocado por los avances tecnológicos y la ingeniería genética que, miembros de una especie de secta religiosa ecologista, Los Jardineros de Dios, intentan hacer de la Biblia un mensaje eco-friendly. Todo un poco caricaturesco y cómico que provocan ganas de reír a carcajadas de algo que no tiene, en realidad, ni puñetera gracia. Atwood, ganadora del premio Príncipe de Asturias en 2008, es también, junto con el activista Dan Bloom, la madre del término Cli-Fi (Climate Fiction) que pretende integrar esa vertiente de la ciencia ficción dedicada en exclusiva a los futuros distópicos consecuencia del cambio climático.

5. Solar (2011) Ian McEwan. Humor tampoco le falta a la tortuosa vida de Michael Beard, el protagonista de esta novela: un premio Nobel mujeriego y alcohólico que observa como su quinto matrimonio se va al garete sin solución. El calentamiento global del mundo y del protagonista (un hombre fuertemente obsesionado por el sexo) es el escenario para esta brillante sátira en la que, además de desavenencias conyugales con cadáver incluido, el lector encontrará espacios para reflexionar sobre el panorama de la ecología actual y las consecuencias del deshielo de los polos.

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