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Burkina Faso, la resistencia también fue tuiteada

Las radios, atacadas por los golpistas, consiguieron mantener su actividad a través de las redes sociales

Carlos Bajo Erro
Soldados leales al Gobierno de Burkina Faso, cerca del aeropuerto de Ouagadougou.
Soldados leales al Gobierno de Burkina Faso, cerca del aeropuerto de Ouagadougou.JOE PENNEY (REUTERS)

Hace poco menos de un año en Burkina Faso se producía un episodio poco habitual. Lo que empezó como una protesta ciudadana acabó con el derrocamiento del presidente, después de que el ejército diese su apoyo a los manifestantes. El presidente era Blaise Compaoré, llevaba más de 27 años en el poder y anunció su renuncia a través de Twitter mientras huía a Costa de Marfil. Mientras se preparaba la campaña electoral para unos comicios presidenciales que debían acabar con la transición y escoger un nuevo presidente, se produjo un nuevo episodio sorprendente. Un golpe de estado ejecutado por un reducido grupo de militares del cuerpo de élite del Regimiento de Seguridad Presidencial (RSP) y la consiguiente reacción de los ciudadanos burkineses. Una semana después, la crisis no ha concluido pero ya se puede repasar la resistencia en las redes sociales que ha acompañado a la de las calles de diferentes ciudades del país.

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Durante los acontecimientos de octubre de 2014, la sociedad civil resultó fundamental en el levantamiento. Y las redes sociales tuvieron un papel, básicamente, de altavoz. Los principales actores no estuvieron demasiado activos en los momentos más calientes de la crisis, más allá de la inédita dimisión 2.0 de Compaoré. Quizá las redes sociales no sirvieron para organizar a los ciudadanos ni para movilizarlos masivamente, pero sí para que la información fluyera hacia el extranjero y para que la comunicación entre activistas, movimientos solidarios y la diáspora burkinesa fuese más sencilla. En el nuevo reto, las redes sociales y los ciberactivistas han tenido un papel más activo.

Todo comenzaba el miércoles, 16 de septiembre. Cuando algunos twiteros burkineses compartían las informaciones confusas de fuentes locales, que hablaban en términos de toma de rehenes de la detención por parte de militares del presidente de la transición Michel Kafando, del primer ministro Yacouba Isaac Zida y dos de sus ministros. Los mensajes reflejaban la confusión que se vivía en el país, a pesar de que poco a poco se iban despejando algunas dudas sobre el incidente. Miembros del cuerpo de élite del RSP habían irrumpido en el Consejo de Ministros y se habían llevado a los máximos responsables políticos del Estado burkinés.

A partir de ese momento, la actividad en las redes sociales se volvió frenética. Los mensajes trataban de esclarecer, fundamentalmente, dónde se encontraban los miembros del Gobierno, cuáles eran los movimientos de los militares insurgentes e, inmediatamente, cómo reaccionaban los ciudadanos. Así, el hashtag #Lwili, el utilizado por los miembros de la comunidad de twitteros burkineses, junto con la etiqueta más general de #Burkina se llenaron de informaciones más o menos confirmadas, opiniones y llamadas a la acción. Algunos veían en este movimiento de los militares la oportunidad de reforzar el protagonismo que los ciudadanos habían conseguido durante su levantamiento de octubre de 2014, cuando la presión popular puso en fuga al anterior presidente, Blaise Compaoré.

La del miércoles fue una jornada larga en las redes sociales, los primeros posicionamientos de los partidos políticos del país o las llamadas a las manifestaciones de organizaciones de la sociedad civil como Balai Citoyen, que tuvo un papel fundamental en la movilización contra el antiguo régimen se difundieron con rapidez, junto a otros mensajes propios de un momento en el que no se sabe qué está ocurriendo.

A partir de la toma de rehenes, que se produjo a mediodía, se compartieron más de 16.000 mensajes en el hashtag #Burkina y más de 8.000 en #Lwili hasta la medianoche. En ambos casos, la herramienta de monitorización de Twitter, Analytics Topsy, señalaba que el mensaje con más impacto hacía referencia a la concentración cerca del palacio de Kossyam.

Aunque era un hecho, la confirmación del golpe de Estado no llegó hasta el jueves, cuando un uniformado, el coronel Bamba, leyó en la televisión pública un comunicado en el que anunciaba la dimisión del presidente Michel Kafando y el surgimiento del Consejo Nacional de la Democracia (CDN) liderado por el general Gilbert Diendéré. Sus imágenes fueron también repetidamente compartidas en las redes sociales al mismo tiempo que se insistía en la resistencia ciudadana en la capital del país Ouagadougou y sobre las víctimas civiles que ya se estaban produciendo.

En todo caso, las motivaciones de los golpistas no terminaban de estar del todo claras y se multiplicaban las hipótesis. La sombra del antiguo presidente Blaise Compaoré y el rechazo de algunas de las candidaturas más próximas al antiguo régimen para las próximas elecciones, el resultado de la autopsia al cadáver exhumado del histórico líder revolucionario Thomas Sankara y el proyecto de disolución del RSP, un cuerpo de élite excesivamente autónomo y próximo a Compaoré, se mezclaban en las hipótesis.

Los mensajes a través de las redes sociales durante los últimos días caóticos en Burkina Faso, han servido también para difundir la toma de posición de diferentes gobiernos e instituciones internacionales. De esta manera, los propios burkineses han podido tomar el pulso de la opinión pública mundial, aunque en algunos casos eso no cambiase demasiado su situación.

Junto a las llamadas a la movilización de las organizaciones de la sociedad civil y de personalidades como el presidente del parlamento de transición Cheriff Sy, los usuarios de Twitter han compartido las imágenes de las actuaciones de protesta más allá de Ouagadougou, donde aparentemente se estaba jugando el futuro del país. Más allá de la capital, las ciudades de las regiones mostraron inmediatamente su rechazo al golpe y las comunidades burkinesas de la diáspora se rebelaron en todo el mundo. Seguramente estas muestras de resistencia pretendían animar las de los ciudadanos que se encontraban en Ouaga, mucho más cerca del epicentro de los acontecimientos y del peligro.

Romper el silencio

Como ocurre a menudo, los medios de comunicación independiente fueron uno de los principales y primeros objetivos de los golpistas. En un país como Burkina Faso, el control de las radios (el medio con más predicamento entre la población) se hacía fundamental y por eso, varias fueron atacadas y silenciadas, al menos, en un primer momento. En este caso, las redes sociales, han supuesto un aliado para los medios en este juego del gato y el ratón y, aunque con menos seguimiento que las ondas, la actividad de difusión de información a continuado a través de la red de los 140 caracteres. El caso paradigmático ha sido el de Radio Omega, pretendidamente acallada a través del fuego, se ha mantenido viva y muy activa en Twitter o la emergente Radio Resistance, surgida precisamente como respuesta al golpe.

En paralelo, se han puesto en marcha iniciativas de urgencia relacionadas con el entorno virtual. Algunos miembros del colectivo Balai Citoyen han puesto en marcha desde la diáspora un portal de información de información, Burkina News, que, por cierto, incluye una radio que emite a través de Skype. Por otro lado, un grupo de ciberactivistas han puesto en marcha un mapa en el sistema de cartografía de código abierto, OpenStreetMapp, en el que se visibilizan los lugares en los que se han producido actos de resistencia. Uno de los impulsores de la iniciativa ha señalado que la voluntad es ir incorporando capas con otras informaciones en función de las necesidades de la población civil y de cómo se desarrollen los acontecimientos en el país. Igualmente, estos ciberactivistas han habilitado un perfil de Twitter que va de la mano del hashtag #lwilisocial. A través de esta herramienta pretenden compartir informaciones prácticas, que pueden ir desde la necesidad de donaciones de sangre hasta los servicios básicos disponibles para los ciudadanos. Sin ir más lejos, las gasolineras o farmacias abiertas.

Una forma de expresión

Finalmente, una de las utilidades de las redes sociales ha sido proyectar la posición de la ciudadanía y llegar a ser escuchados por aquellos que pueden tener poder de decisión. El ejemplo más claro ha sido la reacción ante la propuesta de acuerdo con los golpistas. A través de las redes sociales una mayoría de los usuarios han mostrado su radical desacuerdo con el documento presentado por los negociadores que durante la jornada del sábado se sentaron junto al general Diendéré. El domingo el presidente senegalés y presidente de la CEDEA, Macky Sall, y el presidente de Benin, Yayi Boni, enviado como mediador, por la organización regional africana, anunciaron la resolución del conflicto. El presidente de la transición Michel Kafando, sería restituido en su cargo, se recuperarían las instituciones anteriores al golpe de los miembros del RSP y se organizarían elecciones en noviembre, con la posibilidad de que los candidatos rechazados anteriormente pudiesen comparecer. Sin embargo, los militares golpistas quedarían amnistiados.

Las reacciones fueron inmediatas, un gobierno con la sombra de unos golpistas libres no era viable, como tampoco lo era la impunidad después de un ataque a las instituciones democráticas. Ni las organizaciones de la sociedad civil, ni una parte de los partidos de la oposición, ni los ciudadanos individuales estaban dispuestos a aceptar la amnistía para el general Diendéré, ni el resto de responsables del golpe.

Esta nueva resistencia desencadenó otro de los momentos calientes de la crisis. El jefe del Estado Mayor, tomaba una posición firme y ordenaba el lunes a los miembros del RSP deponer su actitud. En paralelo varias columnas de blindados y otros efectivos salían de las regiones hacia Ouaga para escenificar el apoyo del ejército a la sociedad civil y al régimen de la transición. La población aplaudía esta movilización y jaleaba a los vehículos militares a su paso. En las redes se reflejaba ese mismo jaleo.

Una vez en la capital, la incógnita era si se produciría un encontronazo entre el ejército regular y los miembros golpistas del RSP. Y mientras algunos alimentaban el fantasma de la guerra civil otros informaban de que la situación era tensa pero que se mantenía la paz. Al mismo tiempo, el martes, varios presidentes de países de la región se encontraban en Ouaga para reforzar la mediación. Sin embargo, el papel de la diplomacia no ha terminado de quedar claro. Los activistas transmitían los ánimos de un Kafando que cada vez se encontraba más cerca de recuperar su puesto como presidente de la transición. Finalmente, el golpe se dio definitivamente por desactivado cuando el propio Kafando anunciaba que se había reincorporado a su responsabilidad y el golpista Diendéré pedía disculpas ante la prensa internacional.

La particular idiosincrasia de los burkineses le llevó a replicar la actitud de la que hicieron gala después del levantamiento de 2014. Tras las protestas y los enfrentamientos en Ouaga, los ciudadanos se han implicado en la limpieza de las calles de manera comunitaria.

La diferencia en esta ocasión respecto a cualquier otra posibilidad de expresar sus opiniones es que los usuarios de Twitter y los ciberactivistas, en general, han tenido la oportunidad de interpelar directamente a los artífices de esta propuesta de acuerdo y a otros líderes mundiales para dejarles clara su posición a través de las redes sociales. Y lo han hecho con Macky Sall, pero también con el presidente francés François Hollande, con el embajador galo en Bukina Faso o con la cuenta de la embajada estadounidense en el país africano, por ejemplo.

Estos activistas han vuelto a sumar su apoyo al de la resistencia que se planteaba al golpe de estado en las calles y en los despachos, pero en esta ocasión han añadido nuevas capacidades. Durante una semana se han compartido más de 85.000 mensajes con el hashtag #Burkina y más de 51.000 con #Lwili. La comunidad de ciberactivistas burkineses, con el apoyo de los de otros países africanos, ha continuado creciendo y madurando ante una crisis que, al cierre de este artículo, todavía tiene algunas incógnitas abiertas.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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