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Éramos tan jóvenes

En ‘Los interesantes’ Meg Wolitzer sigue durante cuatro décadas a un grupo de amigos para tratar de contestar a la pregunta: ¿Por qué el destino de personas de similar talento es tan diferente?

Pauline St. Denis (Corbis)

Los Interesantes se conocieron en 1974 en un campamento de verano. Ash y Goodman Wolf. Ethan Figman. Jules Jacobson. Jonah Bay. Cathy Kiplinger. Tenían 15, 16 años. Sus dioses eran Günter Grass y Anaïs Nin. A algunos se lo habían repetido hasta la saciedad, a otros no, pero todos se consideraban especiales: tenían talento. Lo único necesario, estaban convencidos, para procurarse una vida extraordinaria.

Grandes esperanzas

En Los interesantes (Alba), Meg Wolitzer sigue –recurriendo a frecuentes saltos temporales– las vidas de seis amigos durante cuatro décadas, de la adolescencia a la mediana edad. En la novela, la escritora quería plantear una cuestión que siempre le había obsesionado: ¿por qué el destino de personas de similar talento es tan diferente?

El éxito de Ethan Figman fue inmediato: su Figland no tardó en convertirse en una especie de Los Simpson, y él mismo, en una especie de Matt Groening. Goodman, Jonah y Cathy pronto abandonaron sus aspiraciones de dejar su impronta en la arquitectura, la música y la danza. La vida y sus zancadillas. Jules Jacobson perseveró, pero descubrió amargamente que estaba equivocada: el talento no lo era todo. El suyo para la interpretación, tan moderado como el de Ash para el teatro, quizá le hubiera rentado de haber tenido la belleza, confianza, dinero y/o contactos de su amiga de buena familia, piensa ella, que libra una lucha eterna contra el resentimiento.

Wolitzer confió a Jacobson, el personaje menos interesante –aunque lo es y es fácil empatizar con ella–, el peso de esta novela coral que, desde el principio, avisaba de sus propósitos con una cita de la escritora Mary Robison: “… tener solo un poco de talento… era algo horrible, una tortura…, ser solo un poco especial te hacía esperar casi siempre demasiado”.

Los interesantes (Alba) es la novena obra de la neoyorquina Meg Wolitzer. Ella también fue a un campamento de verano en su adolescencia y salió de él presa de un futuro romántico: sería una escritora de éxito. Aunque se hizo esperar: a sus 54 años, por fin crítica y público celebraron esta ambiciosa novela que no se quiere dejar de leer. Que sus 616 páginas no sirvan de excusa, este libro es una interesante “secuencia de añoranza y envidia y odio hacia uno mismo y de grandeza y fracaso y éxito”.

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