A ver al ministro
Rato sólo puede aclararle a Fernández Díaz cómo escapar de las redes de un policía astuto
El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha consumido una hora de su tiempo en entrevistarse con el presunto delincuente Rodrigo Rato. La entrevista, que se ha producido en el despacho del primero, no tiene al parecer ninguna consecuencia oficial, es decir, que no va a dimitir el presidente del Gobierno, al menos por el momento.
El señor ministro del Interior tiene ya alguna experiencia pública en comparecencias con algún tipo de resultado extraño. No olvidemos su participación estelar en la no resolución del secuestro, y presunto asesinato, de Publio Cordón. Algunos recordaremos siempre la forma en que se alteró la programación de televisión para que un montón de policías uniformados con el traje de domingo nos contaran dónde “parecía” que iba a aparecer el desgraciado empresario.
¿Y para qué querría Fernández darle una entrevista a Rato? O bien ¿para qué querría Rato darle una entrevista a Fernández? Si estudiamos un poco el asunto, nos damos cuenta de que el auténtico interesado por el lado de la ley es el ministro de Justicia, que le podría explicar a Rato algo de sus problemas procesales. Rato solo puede aclararle a Fernández cómo escapar de las redes de un policía astuto. Y si lo pensamos a fondo, nos damos cuenta de que Rato ya no necesita nada de la justicia, sino del poder. Rato puede necesitar a Rajoy, pero es Jorge Fernández el que necesita de Rato para que sus policías sean más eficaces.
El ministro Catalá, igual que el ministro Fernández, desconoce, que sepamos, el sistema de las preferentes. Rato sabe cómo colocar unas preferentes como es debido. Ahora se lo puede enseñar a Fernández y a Catalá. De Rajoy ya pensamos que no las tuvo nunca. Porque sería absurdo que el hombre que tiene el poder en España cayera en una trampa tan burda.
Si Rato empieza a entrar donde debe, en este país llegaremos a ordenar las cosas: Rajoy ordenaría los líos del ministro de Economía, Catalá los de Fernández Díaz, y Rato podía arreglarlo realmente todo.
Pero todavía no sé qué pintaba Rato en el ministerio. Mañana nos lo dirán.
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