Cambio de guardia en el Fondo Monetario
Maurice Obstfeld, un europeísta convencido, será el nuevo economista jefe de la institución
Maurice Obstfeld ha sustituido a Olivier Blanchard como economista jefe del Fondo Monetario Internacional(FMI). Si la máxima responsabilidad en la investigación económica de esa institución multilateral es, en condiciones normales, una posición destacada en la definición de las políticas económicas de los más de 185 socios, en los momentos actuales la significación es mayor. En primer lugar por el protagonismo del Fondo en la resolución de los problemas que la crisis ha generado en algunos países, en particular en la periferia de la eurozona. El FMI es uno de los integrantes de esa troika cuestionada, no solo por las autoridades griegas, en la formulación de políticas económicas que no facilitaron la completa normalización macroeconómica de todas las economías asistidas. Grecia de forma destacada.
La sustitución de Blanchard es relevante porque este ha sido el verdadero artífice de la revisión crítica que el propio FMI ha realizado de alguna de sus políticas. Fue el que primero cuestionó con apoyo empírico detallado y riguroso el valor de los multiplicadores fiscales asociados a las decisiones de austeridad fiscal. Y ha sido también el que a través de diferentes conferencias académicas y publicaciones ha estimulado la revisión de las políticas macroeconómicas, la insuficiencia de los modelos que no consideraban el papel de los sistemas financieros, del endeudamiento de los agentes, como factores de inestabilidad.
Le sustituirá a partir de septiembre un prestigioso profesor de Economía Internacional de la Universidad de Berkeley, exdirector del departamento de esa prestigiosa universidad, que hasta ahora trabajaba como asesor del presidente Obama. A sus credenciales académicas añade la de ser un defensor de la dinámica de integración europea, en particular del perfeccionamiento de la eurozona. En distintos trabajos ha argumentado a favor de la superación del “trilema de la integración” mediante una mayor cesión de soberanía en materia financiera y fiscal. No es posible aspirar simultáneamente a una mayor integración financiera transfronteriza, mantener la estabilidad fiscal y preservar la completa independencia de la Hacienda pública. Esa incapacidad se ha revelado en la particularización en la eurozona de la crisis financiera que nació al otro lado del Atlántico.
También ha dejado clara su posición sobre la necesidad de la actuación excepcional de los bancos centrales, en particular de la aplicación de estímulos cuantitativos por la Reserva Federal.
Un cambio de guardia que favorecerá la continuidad en el abandono de rígidas ortodoxias y con ello la adaptación a la realidad de la principal agencia multilateral, la del gobierno de una economía global mas compleja y concurrida. Más necesitada de que algunas economías consideradas emergentes se sientan con la capacidad de voto que les corresponde en los órganos de decisión de esa institución, con el fin no solo de identificar la dinámica economía mundial, sino ayudar a los 185 Gobiernos a fortalecer las condiciones de bienestar de sus ciudadanos.
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