El doblete de Karl Lagerfeld en la alta costura de París
El diseñador alemán firma una colección de alta peletería para Fendi, además de su trabajo para Chanel Álvaro Castejón y Arnaud Maillard rinden homenaje a la música disco en su propuesta para Azzaro
El desfile que Fendi organizó este miércoles en París no era apto para todos los públicos. Y no, no había desnudos, pero sí mucha piel. Cualquier amante de los animales hubiese necesitado una tortilla de tranquilizantes para soportar los 15 minutos de presentación, mientras que para aquellos que aprecian los visones y chinchillas –en forma de abrigos, eso sí- el show dirigido por Karl Lagerfeld podría haberse calificado como el mayor espectáculo del mundo. Porque para festejar los 50 años del diseñador alemán al frente de Fendi, la casa romana organizó el primer desfile de alta peletería de su historia.
El espacio elegido para celebrarlo fue el teatro de los Campos Eliseos, lleno hasta el gallinero para contemplar la segunda colección que Lagerfeld presentaba en esta semana de la alta costura que hoy toca a su fin. La primera, un día antes, fue la de Chanel. Entonces convirtió el Grand Palais en un casino, con sus tragraperras, sus crupiers y sus celebrities de cabecera.
Su puesta en escena para Fendi quizá no fue tan espectacular pero estuvo sobrada de dramatismo. Sobre las butacas del teatro, unos binoculares esperaban a los invitados para que no se perdiesen ni un solo detalle. El llamado kaiser de la moda ya había advertido que el desfile sería un alarde del saber hacer artesanal de la casa romana y de la investigación en materiales que él mismo lleva realizando desde hace cinco décadas.
Con el retraso de rigor, se levantó el enorme telón dorado que cubría el escenario para dar paso a una reproducción igualmente grande del cuadro de Giorgio de Chirico Piazza d’Italia. Lagerfeld empezó mostrando una serie de abrigos de corte clásico en piel de Marta. El propio diseñador reconoció en una entrevista a la publicación especializada WWD que el precio actual de este material resulta exorbitante. Razón de más, según la lógica de la alta costura, para abrir el desfile con estas piezas. Después llegaron los suntuosos abrigos de visón acompañados por largísimas boas que arrastraban por el suelo emulando las colas de sus propietarios primigenios. También se vieron faldas de visón rosas, capas al más puro estilo Cruela Deville y una gama de chaquetones en tonos dorados y en cuyas solapas las pieles habían sido cortadas en forma de plumas. Prendas, estas últimas, situadas en el punto exacto donde la estética ancestral y la futurista se funden.
Azzaro, a su ritmo
Hace ya varias temporadas que el único español que participa en la semana de la alta costura de París es Alvaro Castejón. Junto a Arnaud Maillard se ocupa desde 2013 de la dirección creativa de la mítica casa francesa Azzaro. Y, de forma paralela, de su propia firma, Alvarno, con la que desfila en la Madrid Fashion Week.
El jueves, el dúo entregó una colección para Azzaro inspirada en el espíritu disco de los setenta, aunque sobre la pasarela se apreciaban también ciertos códigos propios de la jet set de los años ochenta. En definitiva, se trataba de una propuesta que hablaba de fiesta, ríos de champán y metros de estampado de piel de cebra.
Los monos largos fluídos con incrustaciones de strass daban paso a abrigos estructurados, las minis a rayas y una serie de vestidos plisados que parecían recién sacado de una instantánea de Studio 54. Mención aparte merece el cuidado trabajo de las espaldas: siempre sexies y con detalles geométricos robaban todo el protagonismo de la prenda en más de una ocasión.
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