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Tentaciones
con j de joystick

"Angry Birds durará cien años". Lo dice su creador

Peter Vesterbacka, uno de los padres de la fiebre de los pajaritos cabreados, tiene un plan para terminar de dominar el mundo (si no lo ha hecho ya)

Cordon

Imagínate un rincón de Mozambique. Una calle cualquiera, un pedazo de puzle urbano que podría encajar en cualquier parte. Imagínate que hay una marquesina de Coca-Cola, sábana santa de la religión publicitaria, icono pop grabado al rojo en nuestro subconsciente. Ahora imagínate que a su lado hay un pájaro rojo con cara de “aquí te mato”, pintado a golpe de spray por un grafitero anónimo. Imagínatelo porque ese rincón existe en Mozambique. Y ese pájaro cabreado no es otro que Rojo, el líder de los Angry Birds.

Con esta anécdota saca pecho Peter Vesterbacka, uno de los padres de ese fenómeno llamado Angry birds con más de 3.000 millones de descargas en las stores. Por no hablar de las camisetas, zapatillas, muñecos… Y grafitis en las paredes de Mozambique. “No esperábamos llegar a tanto ni de coña. Hicimos 51 juegos antes de Angry birds. Y en el 52 pegamos el pelotazo. Así que vamos a tope, con todo. Siempre digo lo mismo: El plan es que Angry birds dure 100 años”.

“Angry birds tiene sabor español. Muchos de nuestros animadores son de aquí”.

Peter Vesterbacka gesticula. Vestido con su eterno chándal rojo de sus furiosos pajarillos dispara cifra tras cifra entre chasquidos de dedos. Que si los conocen 9 de cada diez personas en el mundo. Que si arrasan en China y la India… No para ni para pedirse ni un café en el Hotel Barceló Sants, donde se celebra durante estos tres días la 11ª edición del Gamelab de Barcelona, el concilio con todos los qué cuándo y dónde del videojuego. “No somos como Candy crush. Candy crush es solo un juego. Nosotros somos una marca, como Hello Kitty o si quieres Mario. El videojuego solo es el punto de partida”.

Pero es también lo que está salvando los muebles. 2014 fue un año de castañazo para Rovio. De 173,5 millones de euros a 158,3 millones de euros facturados. Es decir, que perdieron un 9%. Pero el caso es que en venta de videojuegos mejoraron un 11% mientras que en todo ese merchandising de ropas y muñequetes perdieron más del 40%. “¿Qué si me preocupa? No, porque tenemos a un equipo de enorme talento y porque ya digo que nuestro plan es a muy largo plazo. Hay muchas cosas que vamos a hacer para ampliar nuestro universo narrativo”.

La más gorda no es para la pantallita del móvil. Angry birds tendrá peli. Y tirarán la casa por la ventana: “Tenemos a gente de Frozen y Rompe Ralph. Tenemos a Peter Dinklage (el Tyrion Lannister de Juego de tronos). Nos vamos a gastar 75 millones de euros y aún más en publicidad. Es una superproducción”. Sobre el argumento, eso sí, no suelta prenda, que el 20 de mayo de 2016 está lejos. Aunque aclara que no se van a olvidar de los juegos. Es más, planean diseñarlos a la carta, adaptados a cada país. ¿Algo así como paella, toros y pájaros cabreados para España?. “Hombre (ríe), que España es mucho más. Pero sí, estamos trabajando en eso, en firmar acuerdos con creadores de videojuegos locales para que usen nuestra licencia. España, por supuesto. Y aún más Latinoamérica, que es un mercado enorme. Aunque bueno, los Angry birds ya tienen sabor español porque muchos de nuestros animadores son de aquí”.

“En los videojuegos, cualquiera puede pegar un pelotazo”.

Lo más raro de todo, cómo un equipo de pinchacódigos y artistas finlandeses se han convertido en una compañía valorada en más de 2.600 millones de euros lo explica Vesterbacka en una palabra: “Digital. Esto no es como en el cine, donde tienes a un grupo de tíos en la costa Oeste de Estados Unidos controlando el cotarro. Es mucho más democrático. Piensa que en los tiempos de Disney llevó mucho tiempo pasar de esos cortos de Mickey Mouse en blanco y negro a que la conocieran en todo el mundo. Ahora, con miles millones de móviles, si lo petas es automático. En los videojuegos, cualquiera puede pegar un pelotazo”.

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