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Toda protección es poca ante el sol

Estar bronceado resulta atractivo, pero también es peligroso. Arrugas, manchas, melanomas y carcinomas son las consecuencias más dañinas

Sergi Pons

Desde polvos de maquillaje protectores hasta filtros hechos a base de agua para prevenir el acné, el mercado lleva tiempo acogiendo una oferta de productos versátiles que se multiplican con la nueva temporada estival. “La tendencia actual en las playas es ver más fotoprotectores que bronceadores”, asegura el experto Juan Arenas. El sol, además de poder provocar cáncer, favorece el envejecimiento de la piel y la aparición de arrugas y manchas. Para conseguir un bronceado seguro abundan productos que combinan la protección solar con propiedades hidratantes.

En España, el melanoma –el tipo de cáncer de piel de mayor mortalidad– afectó a nueve mujeres de cada 100.000 en 2012, según los últimos datos disponibles de EUCAN, agencia europea subsidiaria de la Organización Mundial de la Salud. Como afirma Agustín Buendía, profesor de Dermatología en la Universidad de Granada, “este cáncer ha aumentado considerablemente en las últimas décadas”.

El principal factor de riesgo es la exposición al sol acumulada durante la infancia, recuerda este experto, que coordina en España la campaña comunitaria Euromelanoma. Los adolescentes forman un grupo especialmente sensible. Un estudio llevado a cabo por varios hospitales en la Costa del Sol en 2013 determinó que de 270 menores encuestados de entre 14 y 17 años, solo la mitad utilizaba protector cuando se exponía al sol. La mayoría mostraba una actitud positiva hacia el bronceado; no por saludable (el 57% de ellos poseía una información adecuada sobre los riesgos de padecer cáncer), sino por motivos estéticos. Una forma de contrarrestar esta despreocupación, aseguran los expertos, es subrayar el riesgo de que aparezcan manchas y arrugas. La clave, según Buendía, es luchar contra la presión social de que el moreno es sinónimo de belleza, ya que se trata de la respuesta de la piel frente a una agresión externa.

“La tendencia actual en las playas es ver más fotoprotectores que bronceadores”, explica un experto

La mayoría de protectores incorporan dos tipos de filtro solar: el UVA y el UVB. Los rayos ultravioleta de tipo A (UVA) tienen poca energía, pero mucha capacidad de penetración, y pueden dañar el ADN. Son los causantes del cáncer. Los UVB afectan a las capas superiores de la piel; son los principales responsables de las quemaduras. No existe una ley a nivel europeo que obligue a las marcas a incluir filtros contra ambos tipos de rayos, pero actualmente la mayoría lo hace. Los factores de protección (SPF) indican durante cuánto tiempo son efectivos dichos filtros solares y sí están homologados por la legislación comunitaria. “El número que aparece en las especificaciones de cada envase representa el tiempo que tardaríamos en conseguir la misma quemadura si no nos hubiéramos aplicado protección”, ilustra Buendía. “Supongamos que me tumbo en la playa ahora mismo y me aplico una crema protectora. Tardo 60 minutos en quemarme. Sin haberme puesto esa crema, habría tardado 15 minutos”. Si dividimos esos 60 minutos que uno tarda en quemarse con protección entre los 15 que tardaría normalmente, el resultado es 4, cifra que coincide con el factor del filtro. Es decir, se trata de un retardador, por lo que hay que repetir la aplicación cada dos horas y después de bañarse o sudar. Y es importante tener en cuenta que, con independencia de la pigmentación de cada piel, es igual de recomendable aplicar una cantidad generosa de producto (aproximadamente el tamaño de una nuez por extremidad), así como hidratar la piel después.

Juan Arenas, asesor médico de la marca cosmética Eucerin, explica que el envejecimiento por factores externos obedece al estrés oxidativo. Un proceso que en circunstancias normales resulta neutralizado por los antioxidantes de la piel. Con el paso de los años, las células pierden parte de esa habilidad. Y algunas agresiones externas, como el sol, pueden acelerar el declive. Según un estudio de 2008 publicado por investigadores de la Universidad de Düsseldorf (Alemania), los rayos infrarrojos, aunque mucho menos dañinos que los ultravioleta, también contribuyen a envejecer la piel. Algunas marcas han comenzado a incorporar un filtro de infrarrojos y también existen cápsulas de vía oral con ingredientes que tratan de contrarrestar los daños cutáneos superficiales.

Además de prevenir, los expertos coinciden en la importancia de reconocer las manchas nocivas y asegurarse de que cuentan con seguimiento médico. Como ilustra Buendía desde la Universidad de Granada, el melanoma se manifiesta como “un lunar malo, negruzco, con cambios de color, asimétrico y un diámetro superior a los seis milímetros”. Los carcinomas, mucho más frecuentes y menos dañinos, pueden aparecer como una herida en la piel, una lesión brillante o una zona rugosa o escamosa. Con el incremento de casos crece la concienciación sobre los cuidados de la piel ahora que se expone más tiempo al sol. Firmas especializadas como Eucerin e Isdin han notado un aumento de ventas en los últimos años. “La conducta del ciudadano ha cambiado”, concluye el experto Juan Arenas.

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