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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Criptomonedas para cambiar el mundo (I)

Por Carlos G. de Juan, activista de la comunidad global OuiShare

El dinero ha servido desde su origen como una herramienta para facilitar y simplificar el intercambio de bienes y servicios entre personas y entidades dentro de un entorno comercial y de confianza, que con el paso del tiempo, se ha vuelto más complejo y de mayor dimensión conformándose el actual mercado global. Actualmente podemos ver cómo se ha convertido sin embargo en un fin para alcanzar la dominación socio-económica y la concentración de poder en cualquier ámbito.

En la reciente crisis global, esta deriva tomada por el dinero se ha agravado aún más, ampliándose la brecha social desde el punto de vista económico, habiendo cada vez más pobres por un lado y más ricos por otro lado, generando así un sistema muy desequilibrado en el que los derechos humanos universales y la dignidad humana se encuentran en una situación de riesgo.

Ante esta situación, se hace necesario buscar alternativas y generar acciones que detengan esta deriva que alimenta una realidad superficial y deshumanizadora. Buscar modelos que redistribuyan los recursos, como el dinero y que limiten la concentración del mismo, son acciones sobre las que cada vez una ciudadanía más empoderada está trabajando en común. Por ejemplo, en la actualidad dentro del marco de la Economía Colaborativa existen muchas iniciativas a lo largo y ancho del mundo, incluso anteriores, como son las monedas sociales y complementarias que generan impacto a nivel local. Si bien estas acciones están ayudando de algún modo en la redistribución económica y el desarrollo local, apenas tiene un impacto en términos globales en la reducción de la brecha entre ricos y pobres (económicamente hablando).

En la era digital, internet está siendo la base sobre la que se están generando herramientas digitales que incrementan el acceso a la participación en la economía, la democratización y el empoderamiento de la sociedad con la toma de responsabilidad y toma de decisiones más distribuidas.

En esta situación gracias a las herramientas digitales descentralizadoras y distribuidas entre las personas y que fomentan el compartir, el colaborar, la conversación y la transparencia en base a códigos éticos, están volviendo poco a poco obsoletos los modelos de gobernanza tradicionales como la democracia representativa o partidista y los modelos asamblearios, muchas veces inoperativos. Esta dinámica hace que cada vez sea más común hablar de una sociedad dual (online/offline) en red. Estamos ante un nuevo cambio cultural de gran impacto global y por supuesto local.

La tecnología digital está teniendo tal impacto que está cambiando la historia del dinero. Antes comentaba que las iniciativas disruptoras sobre el dinero tradicional estaban teniendo solo un impacto local. Hoy, en la era digital el impacto también es global hasta el punto que podrían cambiar por completo el paradigma del dinero. Esta disrupción tiene que ver en gran medida con las criptomonedas. Este nuevo concepto de monedas digitales y de alcance global facilitarán la posibilidad de que cada persona se convierta en su propio banco. Desde esta nueva perspectiva, ¿qué utilidad tendrán los bancos cómo hoy los conocemos? ¿Estaremos ante el principio del fin de los bancos?

La reciente historia de las criptomonedas comienza en el año 2008, cuando una persona o colectivo de personas llamado bajo el nombre Satoshi Nakamoto crea dos innovaciones tecnológicas que conectadas entre sí generan una gran disrupción. Estas innnovaciones son el blockchain (cadena de bloques), que funciona como un libro de contabilidad pública, universal y no falsificable. Y por otro lado, la proof of work (prueba de trabajo), que funciona como un sistema de seguridad en red. Estas dos innovaciones unidas permiten junto a la criptografía la descentralización y democratización del dinero mediante las criptomonedas, que como el bitcoin permiten mover el dinero sin necesidad de intermediarios como los bancos. De este modo podemos relacionarnos directamente desde el punto de vista económico con cualquier persona o entidad sin depender de la intervención de una entidad bancaria.

Ante esta perspectiva existe la gran oportunidad de hacer un uso transformador y responsable del dinero, pero también existe el riesgo de que se vuelvan a reproducir los viejos patrones económicos de especulación, concentración de poder y dinero. De nada sirve evolucionar tecnológicamente sin evolucionar también en lo ético y humano para realmente crear un verdadero y nuevo paradigma.

En este sentido, dentro de este abundante y expansivo ecosistema digital y en concreto en el sector de las criptomonedas, están surgiendo algunas iniciativas que van un paso más lejos. Es el caso de la criptomoneda denominada Faircoin, la cual más allá de ser una criptomoneda global que pueda suponer una alternativa al sistema monetario convencional, pretende además contribuir a la creación de un ecosistema global cooperativo capaz de ser una alternativa al capitalismo generando justicia económica y comercio justo en las relaciones entre personas, colectivos, cooperativas y entidades sin ánimo de lucro. 

Muy pronto conoceremos más sobre Faircoin.

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