El guiñol en que vivimos

Todos los partidos ansían —y casi todos lo confiesan— ocupar el centro; ese centro que lejos de ser un punto como en una recta, es una amalgama indefinida y gris, un manchurrón grande e informe que ocupa la “centralidad” política. Los partidos están muy atentos a lo que desea ese amplio centro porque saben que con las reglas democráticas al uso, obtener su voto es la única manera de llegar a gobernar. Otra cosa es que una vez obtenido el poder, se respeten las promesas a ese centro que esperaba ver cómo se solucionaba “lo suyo” y comprueba que, por contra, el Gobierno salido de las urnas se dedica a hacer una política que tampoco responde a sus intereses sino a los de una élite económica que no pertenece a ninguna mayoría —más bien a una selecta minoría— que sobrevuela todo el entramado socio-político manejándolo como con los hilos de un guiñol. Mucho me temo que Podemos, al querer circular también por ese centro tan concurrido, en el que es tan difícil moverse —y mantener ideas dignas de ese nombre—, resulte un damnificado más, al que no dejen ni el papel de lobo asustador que tradicionalmente desempeñaba IU en este teatro de marionetas.— Luis José Herrero López.