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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Experimento de dietas

Numerosos estudios han demostrado la relación entre una alimentación pobre en fibra y el cáncer de colon

SOLEDAD CALÉS

Un simple intercambio de dietas entre dos grupos de personas de costumbres muy alejadas ha dado un inesperado y sorprendente resultado.

Los investigadores del cáncer llevan tiempo tratando de averiguar por qué razón en unos lugares hay mayor incidencia de ciertos tumores que en otros. Está claro que en estos casos intervienen factores ambientales, pero no resulta fácil identificarlos y menos aún determinar qué mecanismos celulares alteran para dar lugar al proceso cancerígeno. El cáncer de colon es uno de los tumores en los que se observa una incidencia muy desigual en diferentes regiones del mundo. En este caso, sí que se ha podido demostrar que hay un factor diferencial determinante: la dieta.

Numerosos estudios han demostrado una relación directa entre una dieta pobre en fibra y el cáncer de colon. Lo que no se sabía es que un cambio de dieta pudiera tener un efecto fulminante, tanto en positivo como en negativo, sobre los mecanismos celulares que conducen al cáncer. Eso es lo que indica un interesante estudio de escaso valor estadístico pero alto interés conceptual publicado en Nature Communications.

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El experimento consistió en dar durante un tiempo la dieta de muchos norteamericanos —hamburguesas con mayonesa, patatas fritas, perritos calientes y costillas— a un grupo de personas de una zona rural de Zululandia (Sudáfrica); y la que toman los zulúes — arroz, papillas de maíz, mango y frijoles — a un grupo de Pittsburg.

Los investigadores no esperaron a ver qué efectos tenía a largo plazo. Observaron con una cámara qué ocurría en el intestino. Y comprobaron con sorpresa que en pocos días, el cambio de dieta causaba en los africanos procesos de inflamación y otras alteraciones en la mucosa intestinal que están en la base de un futuro tumor.

La hipótesis que ahora debe someterse a estudios más extensos es que la dieta produce efectos inmediatos en la flora bacteriana. Mientras llegan resultados definitivos, será mejor aliarse con las bacterias intestinales dándoles lo que necesitan para protegernos del cáncer. Pero sin caer en conclusiones precipitadas, pues la dieta no es el único factor que interviene. La genética es otra variable, y esencial.

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