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Cómo puede un vino de 8 euros ser mejor que uno de 1.000

Investigamos los factores que influyen en la calidad del jugo para concluir que la opción ganadora reside en las gamas medias

Un vino de 1,40 euros y otro de más de 1.000 pueden convivir en el mismo pasillo de una tienda, compartir denominación de origen, estar hechos con el mismo tipo de uva o seguir un proceso de elaboración similar. Entonces, ¿por qué existe entre ellos una diferencia de precio casi abismal? Es más, ¿qué justifica que haya vinos tan caros? ¿De verdad son tan diferentes?

Los expertos señalan que el precio del licor resulta de una combinación de elementos: factores que tienen que ver con el proceso de elaboración del vino y su calidad, y otros, ajenos, como son el márketing o la ley de la oferta y demanda. Así lo explican también desde Guía Peñín, donde valoran anualmente más de 12.000 referencias de vino. Según Carlos González, director de la publicación, en cuanto a la calidad y la elaboración del vino, hay que tener en cuenta: la zona de origen, el tipo de uva, su rendimiento-producción y el modo de elaboración. Fernando Gurucharri, presidente de la Unión Española de Catadores, aporta su propia lista: “Los costes que suponen el manejo y cuidado del viñedo, la inversión en el aspecto humano y material, el tipo de barrica [el precio del roble francés triplica al americano], el material de los depósitos y el volumen o producción anual del vino”. Estos factores sí influyen en el vino resultante, pero hay otros que no, según el experto, como el márketing, el valor de marca, el nicho de mercado o la escasa producción. Además, está el material en que se embotella o el tapón que se emplea; o, incluso, el diseño de la etiqueta: estos aspectos sirven para diferenciar a una marca y crear tendencia estética, mas no influyen en el sabor. De todo este cóctel, la importancia se la lleva el viñedo; y aunque no es el único que fija el precio, sí se alza como principio determinante. Jesús Peña, propietario de la bodega La Casa Maguila, en Zamora, recuerda que las posibilidades de un viñedo viejo, "por su concentración y estructura", son mucho mayores. "Sin embargo, el rendimiento es más bajo [se produce menos], por lo que, inevitablemente, se incrementa el coste", añade. Esta información no aparece en la etiqueta del vino, así que un consumidor no experto es incapaz de valorarla. "Queda, pues, apostar por las uvas".

El sex appeal de la gama alta

En la tienda especializada Santa Cecilia tienen un Petrus de 1989 que cuesta casi 5.200 euros. ¿Cómo es posible? Mayte Santa Cecilia, su directora de negociación y márketing, lo achaca a que procede de viñedos muy viejos con pocos racimos, que se replantan cada 70 años cepa a cepa, las vendimias son naturales (se recoge de forma manual y en pequeños enlaces) y la poda verde (evita el derroche de agua), e incluso se hace uso de helicópteros para generar corrientes de aire. Pero su precio no se debe solo a estas proezas, sino que también tiene que ver con la leyenda: las palabras "exclusividad" y "grandeza" que se desprenden de su visión. El márketing de toda la vida… la vieja historia de la compra emocional. "Si el precio del vino resulta de multiplicar la calidad (Q) por el valor de la imagen (MI), hay quien paga hasta 50.000 euros al asociar el MI a una marca querida y especial que apetece consumir en la boda de un hijo o un 90 cumpleaños", aclara Nacho Rodríguez, enólogo e ingeniero agrónomo. 

Las mismas tiendas que ofrecen estas joyas del paladar y la mercadotecnia cuentan con opciones de hasta 1,44 euros, como Beamonte, un tempranillo tinto o rosado de la DO Navarra. "Lo tenemos porque es una buena puerta de acceso para mucha gente joven que quiere tomar vino sin gastar mucho", asegura Mayte Santa Cecilia.

Qué influye en el precio del vino

1. Factores propios de la elaboración.

- Tipo y de uva y viñedo: los más antiguos dan menos uva y son más caros. Repercute en un sabor de calidad.

- Rendimiento y producción viñedo: a más cantidad, más barato. Un mal clima, por tanto, estropea una cosecha y abarata el resultado.

- Gastos cuidado viñas: como vendimia o poda manual. Suben precio y calidad del licor.

- Tipo de elaboración: emplear más tecnología, que las barricas sean de madera noble o envejecer durante más tiempo. Los aromas resultan así más especiales. Y el vino se encarece.

- Gastos bodega: desde el personal al propio diseño de la botella. No influye directamente en el sabor, pero sí en el precio y en la sugestión del consumidor.

2. Factores ajenos a la elaboración (ninguno influye en el sabor del producto).

- Márketing: una buena campaña de promoción convierte a cualquier producto en un objeto de deseo.

- Imagen de marca: leyenda, misterio, exclusividad…Puede posicionar un vino en un rango de precios determinado, por encima de su valor real.

¿Y qué pasa con los vinos intermedios? La mayoría de las bodegas se mueven entre 6 y 7 euros, e incluso los restaurantes procuran no salirse del redil. Los propietarios del Arzábal, por ejemplo, decidieron elaborar su propio vino para manejar ellos mismos la relación calidad-precio. "Queríamos tener un vino de Ribera del Duero de cierto nivel, diferente, de calidad y de corte moderno, pero a un precio asequible”, explica Iván Morales, uno de los socios. Encontraron ese equilibrio creando su vino Terrible, que pueden vender a 2 euros la copa. El grupo bodeguero Artevino es otro caso de búsqueda de calidad asequible, como nos explica Lalo Antón, su gerente, ya que muchos de sus exitosos caldos rondan los 9 euros. Estas cepas, por supuesto, no son nonagenarias, pero consiguen una calidad notable al elegir variedades de uva que den más producción sin repercutir en la fuerza del resultado (El Priorato, por ejemplo, siempre da grandes cosechas) o comprando barricas de segunda mano, como explica Iván Moralés.

"Vinos de miles de euros, como el Romanée Conti, de Borgoña, tienen una paleta aromática casi interminable, equilibrio, intensidad y alta cremosidad”, defiende Josué Parejo, sumiller de Lavinia. Pero no siempre compensan. Desde la Unión Española de Catadores, recalcan que debe ser el bebedor quien lo valore, con un análisis sensorial y de cata. Si esta tarea no está al alcance de su paladar, sepa que los expertos de la Guía Peñín aseveran que los vinos con mejor rango de calidad-precio son los que están entre los 5 y 20 euros. Por debajo, no suelen dar la talla ("mediocre materia prima"). Y los más caros, a menudo, gozan de atributos que ni siquiera detectan las papilas gustativas. ¿A qué sabe una imagen de marca?


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