Objetivo: reducir el abismo entre ricos y pobres
Latinoamérica tiene uno de los mayores índices de desigualdad del mundo La región solo es superada por el África subsahariana
Un breve paseo por la delegación Miguel Hidalgo, una de las 16 demarcaciones legales que dividen al Distrito Federal, refleja la enorme brecha económica en México, la segunda economía de América Latina y el país donde viven el hombre con la segunda mayor fortuna del mundo y 53,3 millones de pobres. Mientras el menú degustación para una persona en un exclusivo restaurante puede ascender hasta más de 150 euros, en la calle se apuesta una señora con dos niños que ofrece chicles y cigarros sueltos a cambio de unas monedas. Reunirán, con suerte, unos cinco euros al terminar el día. La imagen es una de tantas que ilustran la desigualdad en Latinoamérica, la región con la mayor inequidad en el mundo solo superada por el África subsahariana: un 28% de su población vive en la pobreza y uno de cada cinco subsiste con menos de cuatro euros al día. Diez de los 15 países más desiguales del mundo están América Latina.
Pese a que el crecimiento registrado en los primeros años del siglo XXI redujo la cifra de pobres un 30%, también aumentó la riqueza de las clases altas. En 2002, la región tenía 25 multimillonarios; en 2014, esta cifra llegaba a 114.
En el mismo barrio de México, a unos metros, residen un humilde limpiacristales y Carlos Slim
La desaceleración producida tras la crisis financiera que se inició en 2009 afecta en primera fila a los que menos recursos tienen. La reducción de las previsiones de crecimiento de las mayores economías de la región, en especial de Brasil, el gigante regional, han puesto en riesgo las conquistas sociales de la última década. Por otro lado, las fortunas latinoamericanas mantienen el tirón: aumentan a una velocidad del 23% al año, según un informe de Oxfam. Un 8% más rápido que en el resto del mundo.
El coeficiente Gini analiza la distribución de los ingresos con valores que van del cero (igualdad absoluta) al 1 (total desigualdad). América Latina, un mosaico variopinto de países con profundas diferencias, se ha ganado las esperanzas de buena parte de los economistas mundiales por su riqueza natural y capacidad de crecimiento, pero mantiene como denominador común la desigualdad. Pese a que durante los años de avance sostenido, entre 2000 y 2009, las economías latinoamericanas habían conseguido reducir el índice de un 0,54 en 2000 a un 0,5 en 2010, la marca todavía está muy por debajo de países con mayor equidad. El coeficiente Gini en los países escandinavos es de 0,25.
El 10% de la población mexicana gana 27 veces más que el resto, 15 veces más que Estados Unidos y nueve veces más que el promedio de la OCDE.
Gasto público
A esto se suman los nubarrones en la economía global: la caída en el precio del crudo ha reducido las previsiones del crecimiento de las dos mayores economías de la región, México y Brasil, y ha agravado la crisis en Argentina y Venezuela, que tienen pronósticos negativos de un -1,5% y -2,9%, respectivamente. Después de que la región consiguiera crecer globalmente en 2010, en 2014 llegará solamente a un 1,7%.
Para capear el temporal, los dos punteros de la región, Brasil y México, han respondido con recortes a su gasto público, anunciados por sus respectivos presidentes, Dilma Rousseff y Enrique Peña Nieto. Esto, según un informe del Banco Mundial de 2014, salvará empleos y mantendrá la estabilidad a largo plazo. Pero eso no significa que el camino no vaya a ser doloroso. Marianne Braig, investigadora de la Universidad Libre de Berlín, opinó en un foro organizado en la Universidad Nacional Autónoma de México que las políticas de la región han demostrado que no son efectivas para reducir la inequidad, especialmente, por el inadecuado manejo de ingresos.
Las fortunas en la región aumentan a una velocidad del 23% al año, un 8% más rápido que en el resto del mundo
Otro informe del Banco Mundial, también de 2014, indica que la movilidad entre clases es lenta y que el acceso a la educación va de la mano con los ingresos de los padres. Los alumnos de escuelas privadas obtienen mejores resultados que los egresados de centros públicos, pese a que se ha aumentado el gasto en educación en los últimos años.
La paradoja latinoamericana reside en que las empresas, que han avanzado en su competitividad, muchas veces no encuentran a los trabajadores que buscan precisamente por los fallos en la educación. La solución continúa siendo el empleo informal, la fuente de ingresos de más del 60% de la población de la región y uno de sus mayores retos a vencer. La desigualdad también se refleja en los servicios. La mitad de los 600 millones de habitantes de América Latina carece de instalaciones para el suministro de agua, esto en una zona que tiene los mayores recursos acuíferos del mundo. El 90% tiene acceso al agua, pero la calidad del servicio es ineficaz e insuficiente en la mayoría de los países.
La inflación, además, se mantiene como un fantasma que afecta con mayor dureza a los sectores más frágiles. “En general, el futuro no es prometedor para las conquistas sociales de América Latina […], pero la aplicación adecuada de políticas adecuadas como la flexibilidad en el tipo de cambio, mayores esfuerzos en la educación y la facilitación del ahorro para las clases media y baja pueden ayudar al contexto”, apunta Augusto de la Torre, jefe regional para América Latina del Banco Mundial en un informe de octubre de 2014. Los retos para una región que alberga ciudades como México, donde en mismo barrio conviven, a solo unos metros, un hombre que limpia cristales por menos de un dólar y la mansión de Carlos Slim, un magnate con una fortuna tan grande que, si gastara un millón de dólares por día, debería vivir 220 años para agotarla.
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