La expansión necesaria
La compra masiva de deuda que empieza hoy avanza el final del estancamiento europeo
El Banco Central Europeo (BCE) empieza a aplicar desde hoy el programa de compra masiva de deuda (60.000 millones al mes) cuya finalidad es corregir la tendencia deflacionista de la Zona euro y ayudar a que termine el frustrante estancamiento del área y a generar más empleo. Las expectativas puestas en este plan monetario han propiciado una cierta euforia en los mercados bursátiles y mejoras generalizadas en las primas de riesgo. Sobre todo cuando recibieron el mensaje lanzado por Mario Draghi desde Nicosia: el programa de compra de activos se mantendrá hasta que la tasa de inflación del euro se aproxime al 2 %. Por lo tanto, el calendario inicial —el plan terminaba de forma “orientativa” en septiembre de 2016— queda sustituido, como es lógico, por el grado de cumplimiento de los objetivos de inflación y se aplicará “mientras sea necesario”. Casi se escucha la voz de Bernanke.
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Puede haber reticencias sobre la eficacia del programa; pero de lo que no cabe duda es de que esta es la política de expansión que necesita Europa. En su concepción es similar a la línea de quantitative easing que contribuyó a que Estados Unidos abandonase con cierta rapidez la recesión y hoy genere empleo con fluidez (la tasa de paro cayó en febrero hasta el 5,5 %). Existen todavía diferencias evidentes con las decisiones de la Reserva Federal —la más clara sería la mutualización parcial del riesgo de las compras—, pero son inevitables en un área económica que no está perfectamente integrada.
Lo que hay que resaltar y valorar es que las instituciones económicas europeas han dado un giro radical a la política económica en los últimos meses. Bruselas admite flexibilidad fiscal en Francia y en Italia, para evitar los daños que causa la austeridad presupuestaria radical en el crecimiento y en el bienestar social de los ciudadanos; Juncker ha puesto en marcha un plan de inversión de 315.000 millones (corto en términos de impacto real sobre el empleo, pero significativo en términos políticos) y el BCE ha demostrado no solo que se puede (y se debe) plantar cara a la ortodoxia procedente del Bundesbank sin desgarros internos conocidos, sino que los ideólogos cuya única virtud es difundir un miedo cerval a la inflación se han equivocado en el diagnóstico de las causas, en el cálculo de los efectos y en la aplicación de terapias.
La expansión monetaria que empieza hoy abre las puertas a una mejora de expectativas. La inyección de dosis inflacionistas irá acompañada probablemente de tasas de crecimiento más elevadas, avanzadas por el propio Draghi al pronosticar subidas del PIB del euro en torno al 2 % a partir de 2016. Lo que Draghi anunció en Nicosia no solo es el inicio de la política monetaria que necesita Europa sino también un probable cambio de tendencia en el crecimiento. Es decir, el principio del fin del estancamiento; veremos si la expectativa se cumple. Para conseguirlo, sería de gran ayuda una pronta resolución del problema de Grecia.
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