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Columna
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Estado de la nación

El 70% está infatisfecho con el funcionamiento de la democracia en España. Y creciendo con rapidez

Joaquín Estefanía

Sea como sea que acabe el caso Grecia se recordará como una confrontación entre la prevalencia de la legitimidad democrática nacional expresada en las urnas y las acumulativas reglas del juego comunitarias. Cuando se estudian las causas de la creciente insatisfacción de los ciudadanos europeos (en distintos grados) con sus democracias sobresale primero la percepción de una crisis económica deteriorada, y a continuación la intervención en los procesos democráticos internos de las instituciones internacionales y de los mercados. En definitiva, el manejo político de la crisis económica empeora de modo significativo los efectos de la mala situación económica.

En esta insatisfacción España está en sus máximos históricos. Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) estudiados por la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona Eva Anduiza, el porcentaje de ciudadanos insatisfechos con el funcionamiento de la democracia en España era en 2012 (último año en que se incorporó la pregunta, aunque nada permite pensar que haya cambiado a mejor, sino todo lo contrario) del 68%, casi 30 puntos por encima de la media del periodo anterior (40%). Siete de cada 10 personas están poco o nada satisfechas de su democracia.

Este incremento extraordinario hace de nuestro país un caso extraordinario. Según la Encuesta Social Europea, en el año 2002 España era el país con menor nivel de insatisfacción, tras los países escandinavos. A partir del año 2008 —inicio de la Gran Recesión— cambia la tendencia, se alinea con los países de Europa del Este y cae esos 20 puntos expresados antes. Ningún país de los que participan en esa encuesta (en la que no figura Grecia) ha registrado un incremento tan abrupto en relación al funcionamiento de su democracia (datos que aparecerán en el Informe sobre la democracia en España 2015, de la Fundación Alternativas).

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¿Explica esta sensibilidad negativa la aparición en poco tiempo de dos partidos tan emergentes como Podemos y Ciudadanos, que disputan el voto al PP y PSOE? Según el estudio citado, la valoración de la situación económica influye en el grado de insatisfacción, pero es más definitiva la valoración de los partidos políticos y, sobre todo, la de la oposición cuando la formación gobernante defrauda tanto como lo ha hecho el PP: la falta de una alternativa política al Gobierno que resulte atractiva es bastante determinante.

El descontento con el funcionamiento de la democracia (que es bastante transversal en el conjunto de la población) tiene implicaciones relevantes: reduce la confianza política, los valores democráticos, el voto a los partidos grandes y la participación electoral. Si ese descontento continúa durante un periodo prolongado, puede erosionar los vínculos más profundos de los ciudadanos con los principios y las instituciones del sistema. Se pasaría así de un malestar concreto "en" la democracia a un malestar difuso "con" la democracia.

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