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La peligrosa epidemia de las enfermedades no infecciosas

La mayor crisis de salud global de los países de renta media y baja no son las dolencias infecciosas

La mayor crisis de salud global de los países de renta media y baja no son las enfermedades infecciosas como muchos pueden pensar. No son los parásitos exóticos, plagas bacterianas o virus raros tropicales que ocupan las grandes iniciativas de salud internacional y la atención mediática. Son, en realidad, las enfermedades no infecciosas —non communicable diseases (NCD), en inglés—, las afecciones cardiovasculares, las respiratorias crónicas, la diabetes o el cáncer, las que mataron a más de ocho millones de personas antes de los 60 años en los esos países en 2013.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye entre las NCD una amplia categoría de enfermedades crónicas que, por ellas mismas, no se propagan de persona a persona aunque puedan estar causadas por una bacteria o un virus. El aumento, además, de este tipo de afecciones en países de renta baja y media no se produce solo como consecuencia de la disminución de las enfermedades infecciosas como el sida, el descenso de la pobreza o el incremento de los hábitos no saludables propios de las sociedades occidentales.

En los países desarrollados, la mejora de la esperanza de vida explica, en parte, por qué se han incrementado las enfermedades no infecciosas. Pero este racionamiento no sirve para justificar el aumento en los pobres donde estas dolencias se manifiestan predominantemente en personas más jóvenes y tienen un peor pronóstico. Indicadores como el porcentaje de personas obesas, el consumo de alimentos no saludables y la inactividad física están al alza en estos países, aunque todavía por debajo de las cifras en los ricos. La subida del número de muertes prematuras y de personas que sufren algún tipo de discapacidad debido a NCD está asociada a la pobreza de quienes las padecen, independientemente de si viven en naciones emergentes o ricas.

El reto es reducir un 25%  las muertes prematuras en 2025

La falsa percepción que se tiene de las enfermedades infecciosas en los países en desarrollo se debe, hasta cierto punto, a la importancia que tenían las mismas cuando se redactaron los Objetivos del Milenio (ODM) en el 2000. El 6 establecía como prioritario la lucha contra ellas, especialmente la malaria, la tuberculosis y el VIH. Se hablaba, en un apartado final, de "otras dolencias", entre las que estarían incluidas las no transmisibles.

Este planteamiento ha quedado completamente desbordado por la evolución sanitaria acontecida en los últimos años como resultado de múltiples variables, pero en la que cabria destacar la explosión demográfica mundial, unida al envejecimiento de la misma, así como la transición epidemiológica de las enfermedades a nivel global. Esto ha comportado que las enfermedades no transmisibles se hayan convertido en la primera causa de morbilidad en el planeta, incluyendo los países de renta media y baja.

En 2008, las NCD representaron el 63% (36 millones) de los 57 millones de fallecimientos registrados en el mundo. Estas dolencias están detrás del 44% de las defunciones prematuras y representan el doble que las muertes provocadas por enfermedades infecciosas (incluyendo el VIH, tuberculosis y malaria), las relacionadas con el parto y perinatales, así como las producidas por deficiencias nutricionales juntas. 

Contra la creencia de que las enfermedades no infecciosas afectan principalmente a los países de renta alta, los datos revelan otra historia: cerca del 80% de las muertes por NCD se dan en las naciones en desarrollo (con la excepción de algunos países subsaharianos). Y además, en estas, afectan de forma desproporcionadamente alta a los jóvenes.

Las afecciones cardiovasculares, las crónicas pulmonares y el cáncer representan el 80% de las causas de las muertes por enfermedades no infecciosas. Y están detrás de dos terceras partes del total de casos de discapacidad producida por NCD. Por su parte, la diabetes está aumentando muy rápidamente en África, Oceanía, Centroamérica y, en general, en todos los países emergentes. En mi opinión, creo que la categoría de enfermedades no transmisibles tendría que incluir otras patologías como las neurológicas, demencias, neuromusculares...

El progresivo protagonismo que han tomado este tipo de dolencias no infecciosas condicionó que, en setiembre del 2011, se celebrase una asamblea general de la ONU dedicada monográficamente a ellas. La visibilización de la magnitud del problema que representan supuso un paso de gigante en la agenda global.

Hay que destacar que había un solo precedente de una cumbre sobre salud en Naciones Unidas. Fue la celebrada, en 2001, en relación al virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH) y sirvió como ejemplo una década después, con la similitud que en muchos aspectos comparten el VIH y las NCD.

Esperemos que los positivos resultados que la comunidad internacional logró tras la cumbre de 2001 se produzcan también respecto a las enfermedades no infecciosas, y que se destinen para ellos, los recursos económicos que se requiere para combatirlas.

No hay que olvidar que la subida de las enfermedades no infecciosas está estrechamente relacionada con los rápidos procesos de globalización, urbanización, migración, cambios en los estilos de vida y, especialmente, la explosión demográfica. Así, analizando la variable del envejecimiento podemos objetivar que en 2050 una de cada cinco personas en los países emergentes tendrá más de 60 años —uno de cada cuatro asiáticos superarán esa edad y en África subsahariana las personas con más edad pasarán de 54 millones (en 2009) a 150—, que el 80% de los 2.000 millones de persones ancianas vivirán en esas naciones y que los mayores de 80 pasarán de 86 millones en 2005 a 402 millones en 2050, de los que una parte importante serán mujeres de países en vías de desarrollo. 

Por primera vez, en los próximos 5 años, el número de personas mayores de 65 años será superior a los niños menores 5 años. Ante esta perspectiva urge identificar cuáles son los principales factores de riesgo globales y qué medidas hay que implementar lo mas urgentemente posible.

Los principales factores de riesgo son el tabaco, el abuso del alcohol, las dietas insanas y la inactividad física. Los costes de intervención para luchar contra cada uno de ellos están calculados por paciente al año y en diferentes escenarios. Lo que quisiera destacar es que son asumibles y solo hace falta voluntad política y social para poder hacer realidad esas medidas de prevención y modificar la sombría evolución de las enfermedades no infecciosas.

Las cinco acciones recomendadas para combatir las enfermedades no transmisibles así como los factores que aumentan el riesgo de padecerlas, son:

  1. Tener un objetivo: mantener un soporte político decidido y persistente para poder reducir la mortalidad anual por NCD en un 2%.
  2. Prevención: acelerar la implementación de la convención del control del tabaco para conseguir un mundo libre del mismo —que menos de un 5% de la población sea fumadora— en 2040. Reducir de la ingesta de sal a menos de cinco gramos por persona al día 2025. Implantar políticas en agricultura, industria y transporte para mejorar las dietas, incrementar el ejercicio físico y reducir el abuso del alcohol. En cuanto al cáncer, es prerrogativa la implementación de la vacunación de la hepatitis B para la prevención del cáncer de hígado, y la del papiloma humano para prevenir el de cérvix. También es necesario potenciar estrategias para el diagnóstico precoz de cánceres curables como la leucemia o el de mama.
  3. Tratamiento: desarrollar tecnología y fármacos de las enfermedades prioritarias a un precio razonable en cuanto coste-efectividad. Es importante, también, fortalecer los sistemas de salud en los que el paciente sea el centro y muy especialmente con programas transversales en la asistencia primaria.
  4. Cooperación internacional para los programas globales buscando sinergias.
  5. Establecer los mecanismos de control, evaluación y responsabilidad para identificar objetivos ambiciosos y sistemas de información transparentes, calcular los progresos en las intervenciones y acciones prioritarias y realizar informes y memorias de forma regular para presentar en los foros nacionales e internacionales.

Todo esto es tan solo una primera pincelada sobre el gran problema que representa la epidemia de las enfermedades no infecciosas en el contexto de la evolución que experimenta la salud global. Obligará a hacer grandes cambios, tanto sanitarios como sociales, porque los costes económicos que se barajan son de tal magnitud que pueden ser insostenibles si no se toman las decisiones correctas y urgentes en todos los ámbitos, y de forma coordinada entre actores políticos, sociales, sanitarios, profesionales, académicos...

Se calcula, además, que la epidemia de las enfermedades no infecciosas representarán unas pérdidas económicas en los países de renta baja y media de 21,3 billones de dólares en las próximas dos décadas, que son casi lo mismo que el producto interior bruto (24,5 billones) de algunos de estos países.

El reto en el futuro inmediato es poder alcanzar el objetivo global voluntario de la OMS de reducir un 25% en 2025 las muertes prematuras (se calcula que el 90 % de las mismas se dan en los países en desarrollo) provocadas por estas enfermedades no infecciosas.

Xavier de las Cuevas es el responsable de cooperación del Colegio de Médicos de Barcelona.

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