Ansias de recaudar
Siendo honesto, antes de sacarme el carné de conducir creía de verdad en que las autoridades utilizaban la herramienta de las sanciones de tráfico, las multas, de forma responsable. Aunque tienen una clara intención recaudatoria, la función esencial es disuadir para evitar ciertos comportamientos que pueden perjudicar tanto al propio conductor sancionado como a los demás conductores.
Pues bien, la primera función, la recaudatoria, parece que es la que impera continuamente en las acciones de nuestros municipales: yo hablo de Valencia, tanto de la ciudad como de los pueblos de su provincia.
No es que sean sanciones sospechosas de tener fines recaudatorios, no. Son claramente, y con una intención a la desesperada, de cubrir la cuota mensual y de ingresar más para los Consistorios. Y no son hechos aislados. Cada vez son más los comentarios y las caras de incredulidad de gente como yo, de ciudadanos, que comentan, asisten o son testigos de multas inverosímiles, inconcebibles, sin sentido y, la mayoría de las veces, calculadas de forma milimétrica.
¿Y qué hace ante estas pequeñas muestras de “abuso” de autoridad el ciudadano corriente, trabajador, cumplidor, y que contadas veces en su vida contraría la ley? Nada. No podemos hacer nada ante un sistema judicial tan lento y con tantas trabas, como pueden ser las tasas judiciales. Tasas injustas y contrarias al principio de justicia gratuita que disuaden de forma muy eficaz la oportunidad de presentar alegaciones ante cualquier sanción. Mientras, seguiremos sufragando los gastos de nuestros municipios con nuestras pequeñas e injustas aportaciones.— José Enrique Val Montrós.
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