El futuro es holográfico
La investigación científica de esta tecnología explota con aplicaciones revolucionarias
“Ayúdame Obi Wan Kenobi, eres mi única esperanza”. No era la actriz Carrie Fisher repitiendo una de tantas citas legendarias de La guerra de las galaxias. Era una estudiante del MIT, vestida de princesa Leia, demostrando que transmitir en vídeo un holograma, uno de los sueños de siempre de la ciencia ficción, era ya una realidad. La cruz de la moneda que, tres años después de la experiencia, “aún recibe correos de fans. Y no le gusta. No quiere que la conozcan como la princesa Leia porque está haciendo cosas mucho más interesantes”, revela su profesor, Michael Bove (Missouri, 1960), líder de un equipo de investigación en el Media Lab del MIT.
Más allá de la anécdota, la tecnología holográfica vive un momento dulce. Aplicaciones para la salud prometen simplificar el diagnóstico médico con dispositivos no mayores que la yema de un pulgar. En el mundo de la informática, estas esculturas de luz pueden llegar a multiplicar en un lustro la cantidad de memoria disponible en los ordenadores. En China, la compañía Takee Technology le ganó la partida al futuro móvil de Amazon mostrando un smartphone capaz de crear estas imágenes en 3D. Microsoft y Skype investigan cómo revolucionar la videoconferencia con holografías de los interlocutores. Y hace un par de semanas, Apple patentó un dispositivo para poder tocar e interactuar con estas imágenes.
Médicos de bolsillo
Se sostiene con dos dedos, porque mide apenas unos centímetros. Es un dispositivo holográfico desarrollado por un grupo de investigación de la Universidad de Cambridge que sirve para acelerar el diagnóstico médico. Su funcionamiento es similar al medidor de pH y cloro de una piscina. Se analiza un fluido, la orina del paciente por ejemplo, y el ingenio genera un patrón de color que devuelve en solo tres minutos un holograma que cambia de color cuando entra en contacto con la sustancia que se desee medir, glucosa en el caso de esta investigación.
“Usamos nuevos materiales como hidrogeles de metacrilato que reaccionan a la sustancia química que queramos. Podría ser cualquier tipo de aplicación clínica donde se requieran pruebas de orina o de sangre”, afirma Ali K. Yetisen (Izmir, 1986), encargado de fabricar estos dispositivos en el grupo de investigación de biotecnología que dirige el profesor Christopher R. Lowe. La otra clave son los láseres de alta energía que permiten ahorrar mucho tiempo en crear un holograma: “Si antes llevaba unos 10 pasos, nosotros podemos hacerlo en un par”. El tiempo para que estos aparatos pudieran salir al mercado, “de cinco a 10 años”, porque la verificación de los diagnósticos en humanos y ensayos clínicos son un proceso arduo y riguroso.
Memoria inabarcable
Mientras el ordenador cuántico no llega, la holografía puede ofrecer también una revolución para la memoria informática. Al contrario que el almacenamiento magnético y óptico, que guardan los datos en una superficie, esta técnica permite guardar los datos en un volumen. El problema es que un láser tiene que leer esta información desde un determinado ángulo.
Un equipo de investigación de la Universidad de California de Riverside ha encontrado una manera de combinar el almacenamiento magnético y holográfico para revolucionar la capacidad de ordenadores y discos duros. El sistema, bautizado Magnonic Holographic Memory, se queda con el almacenamiento electrónico convencional, pero usando un tipo de ondas, las spin, que operan a una longitud mucho menor. De la holografía coge esa capacidad de guardar datos en 3D. “Si conseguimos refinar la técnica, según nuestras estimaciones de la onda más pequeña que podríamos usar [en torno a cien nanómetros, la diezmillonésima parte de un milímetro], seremos capaces de meter un terabyte en un centímetro cuadrado”, afirma Alexander Khitun, líder de esta investigación. Comparado con un disco duro portátil actual, esta capacidad multiplicaría por 31 la tecnología existente.
Las ventajas de contar con este trabajo en paralelo de ambos sistemas tienen, según Khitun, múltiples aplicaciones: “Por ejemplo, el reconocimiento facial es algo que por el volumen de datos que maneja le cuesta mucho a los ordenadores convencionales. Una computadora que tuviera integrado un sistema holográfico podría dedicarlo a esas tareas que a la electrónica tradicional le son demasiado costosas”.
El prototipo de momento no llega al objetivo. En un circuito de dos bits, el grupo de Khitun ha conseguido encerrar ondas de una longitud de 10 micrómetros, es decir, cien veces más amplia que el ideal que permitirá alcanzar ese terabyte por centímetro cuadrado. “Hay muchos desafíos tecnológicos aún que resolver, pero creo que siendo optimistas podemos esperar tener un prototipo funcional en cinco años”. Michael Bove, investigador del MIT, es más conservador en la viabilidad económica e industrial de este tipo de investigación: “El problema de la memoria holográfica es que en esos cinco o 10 años en que se refine un modelo experimental, la tecnología convencional puede haber evolucionado hasta hacerla obsoleta o inviable por los costes de fabricación”.
La revolución del 'holovídeo'
Las imágenes estáticas holográficas ya son posibles. Pero esas ilusiones tridimensionales e interactivas que ha recreado Hollywood en superproducciones como Prometheus o Iron Man aún tienen mucho trecho por delante. El Media Lab del MIT es puntero en conseguir video holográfico. En 2011, conseguir plasmar muy rudimentariamente a una falsa Princesa Leia. Ahora han llegado a proyectar en el espacio a una resolución aún baja: 640x480 píxeles.
“Para que un holograma se mueva, para tener vídeo en alta definición, necesitamos hacer los píxeles mucho más pequeños. Tan pequeños como para meter unos 2.000 en un milímetro cuadrado”, explica Michael Bove, director de un grupo de investigación en el Media. Y hay otros desafíos: “Nuestras pantallas de momento son como las de las teles antiguas, cajas. Estamos refinando la tecnología para conseguir que sean planas”.
Pero el equipo de Bove ya ha conseguido vislumbrar ese futuro: “Mis estudiantes han logrado ya hologramas para una pantalla del tamaño equivalente a un smartphone. De ahí a una televisión holográfica que usar en casa queda mucho. Tal vez unos 10 años para que podamos ver las primeras aplicaciones comerciales”. Pero por mucho que prometa la tecnología, el sueño de ver a Leia flotando en el aire desde cualquier ángulo aún no está resuelto. Porque todo holograma conocido se proyecta desde una pantalla. Es decir, que Leia, vista desde el lugar equivocado, sería solo una voz suplicando: “Ayúdame Obi-Wan Kenobi, eres mi última esperanza”.
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