¿Quién teme a la verdad?
Sorprenden todas las cosas que olvidan los manifestantes que apoyan a Hamás
Sorprende, durante estos días de la Operación defensiva Margen Protector lanzada por Israel contra Hamás tras el asesinato de tres adolescentes judíos israelíes y el lanzamiento indiscriminado de misiles contra la población israelí, ver a intelectuales o políticos de izquierda y de derecha y gente poco informada manifestarse contra Israel y a favor de Hamás, en Madrid, Barcelona, París o Londres.
¿Cómo reaccionarían todas estas personas si cayesen misiles procedentes de un país vecino sobre las ciudades donde habitan? ¿O, peor aún, lanzados por un grupo terrorista instalado en un país vecino?
¿Por qué esta gente no se manifiesta a favor de Boko Haram, de Al Qaeda, del Ejército Islámico de Siria y Levante? Tienen todos estos grupos factores comunes con Hamás como son el empleo de la fuerza y el terror para alcanzar sus objetivos, el establecimiento de Estados islámicos que tengan el Corán como constitución y la aplicación de la sharia (ley islámica).
Hamás, organización fundada en 1987 y que representa a los Hermanos Musulmanes en Palestina, es una organización declarada terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia e Israel.
En su carta fundacional, Hamás se declara partidaria de la destrucción del Estado de Israel y claramente antisemita, recogiendo para ello las mentiras difundidas por el libro Los protocolos de los sabios de Sion. También arremete contra la masonería y los clubes Lions y Rotary.
Estos intelectuales y esta gente poco culta olvidan que el gran muftí de Jerusalén y los Hermanos Musulmanes se pusieron del lado de Hitler durante la II Guerra Mundial y se declararon partidarios del genocidio de los judíos.
Estas personas olvidan que Gaza, así como el resto de los territorios arabe-palestinos, de acuerdo con la partición votada y aprobada por la ONU en 1947, fueron conquistados por Egipto y Jordania durante la Guerra de Independencia de Israel en 1948, iniciada por los países árabes.
Los israelíes quieren vivir, y quieren vivir en paz con todos sus vecinos
Olvidan que Israel ha estado amenazada desde el minuto uno de su existencia, enfrentándose a sucesivas guerras defensivas. Olvidan que Israel no tiene más remedio que ganar todas las batallas, porque una derrota puede suponer su aniquilación, como ha declarado en más de una ocasión el régimen de Irán. Olvidan también que Israel salió de Gaza en el año 2005 y, por tanto, no hay ocupación, ni asentamientos ni construcciones.
Esta gente olvida que Israel es un país democrático donde se respetan los derechos humanos, adalid del progreso y la innovación y con un alto índice de bienestar social y económico.
Estas personas temen a la verdad porque entonces perderían muchas de sus referencias y quizá su propia identidad. Olvidan la perversión de la mentira mil y una veces repetidas hasta hacerse verdad, como dijo el nazi Goebbels. Por eso Jean-Paul Sartre decía que “de no existir el judío, el antisemita lo inventaría”.
Hamás podrá disparar todo su arsenal de misiles contra la población civil de Israel y hará mucho daño. Pero Hamás será derrotada. La población civil de Gaza sufrirá mucho, lamentablemente, por el uso indebido y repugnante que sus dirigentes terroristas hacen de los niños, mujeres y ancianos. La Autoridad Palestina carece de legitimidad tras su pacto de Gobierno con Hamás. Una vez más, los palestinos, al igual que muchos países árabes durante el último siglo y principios de este, no habrán perdido la oportunidad de perder una nueva oportunidad, valga la redundancia.
El enfrentamiento entre palestinos e israelíes no es inevitable. El odio de los países árabes e islámicos hacia Israel y el pueblo judío no tiene fundamento. Los israelíes quieren vivir, y quieren vivir en paz con todos sus vecinos. Los árabes y musulmanes inteligentes y moderados, que lo son en su mayoría, deberían promover un ejercicio de profunda reflexión y analizar a qué les ha llevado en Líbano, Argelia, Irán, Libia, Siria, Irak, Egipto, Yemen, Sudan, etcétera, el enfrentamiento entre suníes y chiíes, así como tanto odio, tanta desconfianza y tanto desprecio por el otro, por el diferente, por el considerado infiel, por la civilización occidental y por el Estado de Israel.
La diferencia es clara: los judíos y los israelíes tienen un proyecto de vida. No cabe un proyecto de muerte. Las escuelas, universidades, los centros de investigación, los museos y Yad Vashem (memoriales del Holocausto) están abiertos a todos los estudiantes del mundo entero y al servicio de la humanidad. En Israel no se inculca odio ni se entrena a los niños a matar o a suicidarse. Al contrario: en Israel, incluso a los soldados, se les enseña el respeto por el otro, el amor por la vida, el derecho a la diferencia, la riqueza de la diversidad, la importancia de la paz y la convivencia con los otros pueblos. La clave está en la educación y los valores éticos que los padres y los líderes políticos quieran transmitir a sus hijos y a las nuevas generaciones. Sin una estrategia de educación a largo plazo en los países árabes y en Palestina no habrá paz en Oriente Próximo.
Isaac Querub Caro es presidente de la Federación de Comunidades Judías de España.
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