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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Japoneses y españoles

La universidad debe mejorar la calidad de los estudios y adaptarse a las necesidades productivas

Uno de cada tres titulados universitarios españoles que trabajan lo hacen en un empleo que no requiere tanta capacidad; eso sitúa a España entre los países con mayor tasa de exceso de calificación: la media europea es uno de cada cinco. El dato, procedente de un informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, es preocupante. Como también lo es la llamada de atención del secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, que aseguró en la presentación del informe que un estudiante japonés de secundaria superior tiene un nivel similar de competencias a un universitario español.

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Todo ello debe impulsar una reflexión crítica sobre la relación entre el sistema universitario y el mercado laboral y también sobre la calidad de la preparación universitaria. El primer fenómeno tiene que ver con la coyuntura económica. Con un índice de paro de los más altos de Europa, muchos universitarios tienen que aceptar trabajos de menor cualificación y mal remunerados, algo que también ocurre en otros países. El principal problema de este primer fenómeno no es tanto de exceso de aptitudes como de falta de oferta de empleo cualificado. La economía no genera ahora suficientes puestos de nivel superior para absorber los 220.000 profesionales que se gradúan en las universidades cada año, pero esto debería ser coyuntural.

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A largo plazo, lo que hay que plantearse no es rebajar el nivel medio de cualificación, obviamente, sino mejorarlo, para afrontar la cuestión —que precisa de mayores precisiones— de la calidad. Y, además, estimular el crecimiento para generar el empleo que requiere una economía competitiva. La UE recomienda la máxima capacitación posible, lo cual no pasa solo por la vía universitaria: ahí debe figurar también una formación profesional que ha mejorado mucho y que debe seguir haciéndolo para afianzarse como alternativa.

Que la coyuntura sea desfavorable es independiente de las disfunciones imputables al propio sistema universitario. Hay que revisar el nivel de calidad de algunas titulaciones que salen mal paradas en la comparación con otros países. La universidad tiene además una gran rigidez, lo que le impide reactivarse a tiempo, como se ha demostrado en los estudios de Medicina: como reacción al exceso de médicos de los años ochenta se estableció un sistema de numerus clausus que lleva ahora a tener que importar profesionales. El problema es doble y altamente complejo, y como tal debe abordarse.

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