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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nuevo rey, nueva oposición, ningún cambio

Rajoy espera el inicio de un nuevo curso, con Felipe VI y otro líder del PSOE, pero sin voluntad de que cambie nada

Soledad Gallego-Díaz

El curso político español parece cerrarse con una agenda impresionante: proclamación de un nuevo rey (jueves 19 de junio) y congreso extraordinario del principal partido de la oposición, PSOE (mediados de julio), para elegir nuevo equipo dirigente. Un calendario agitado, pero solo durante unos días, porque en este país la Constitución establece que quien verdaderamente maneja la agenda política es el Gobierno, y todo parece indicar que su presidente, Mariano Rajoy, pretende continuar impasible, marcharse a unas cortas vacaciones estivales y esperar impertérrito a que comience en septiembre el nuevo curso, con nuevo rey y con nuevo jefe (o jefa) de la oposición, pero sin la menor voluntad propia de reforma política o de cambio constitucional.

Si nadie es capaz de convencer a Rajoy en pocos días de que esa inercia es letal para este país, si nadie le persuade de que debe abandonar la apatía y de que es imprescindible tomar inmediatamente la iniciativa política, tanta agitación no habrá conseguido finalmente transformarse en estímulo, es decir, en fuerza que mueve o ayuda a desarrollar algo. Y llegará septiembre con un Gobierno aparentemente indiferente a lo que se anuncia, empezando por la Diada catalana y siguiendo por una crisis institucional, política y económica de caballo.

¿Hay alguien que crea que será posible sostener la situación a lo largo del próximo curso sin tomar ninguna iniciativa política? Ni con la mejor voluntad es fácil imaginar que el presidente del Gobierno y su partido puedan llegar a las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015 en una situación de razonable estabilidad.

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Ni con la mejor voluntad es fácil imaginar que el presidente del Gobierno  pueda llegar a las elecciones de 2015  en una situación de estabilidad

El curso actual acaba con la marcha de don Juan Carlos. El próximo miércoles, las Cortes votarán la ley orgánica que regula la abdicación del Rey y posibilita la proclamación de Felipe de Borbón como nuevo monarca. (Un diputado de CiU explicó esta semana a Odón Elorza y a otros colegas de la Cámara, con mucho sentido y gracia, que votar en contra de esa ley no significa apoyar el debate republicano, sino únicamente que no se quiere que don Juan Carlos abdique y que se prefiere que siga en la Jefatura del Estado, en lugar de su hijo). Si, como es previsible, la ley se aprueba, el jueves 19 don Juan Carlos la firmará en un acto solemne en el Palacio Real y poco después el príncipe Felipe asistirá en el Congreso a la ceremonia formal de su proclamación como Felipe VI. Los nuevos reyes saldrán inmediatamente de gira, a Rabat, Lisboa, Paris y quizá, lo que sería muy oportuno, a Berlín, para explicar a Merkel cuál es la verdadera situación que atraviesa España.

El último acto político de la temporada será el congreso extraordinario del PSOE, donde se elegirá nuevo secretario (o secretaria) general. Sea elegido quien sea, es muy probable que asuma el resultado de la conferencia política de noviembre. Es decir, que el partido socialista mantendrá que es necesario encargar a la Comisión Constitucional del Congreso un rápido proyecto de reforma del texto fundamental que incluya las bases para la innovación en la estructura territorial del Estado, la vinculación con la Unión Europea, la mejora del Senado y la supresión de la preferencia del varón en la sucesión al trono.

Como explica Ramón Jáuregui en su libro El país que seremos (Turpial, 2014), la coincidencia con el final de la legislatura (noviembre de 2015) permitiría que PP y PSOE negociaran y aprobaran esas líneas generales con los actuales grupos nacionalistas, pero que fueran las siguientes Cortes, ya de carácter constituyentes (unas Cámaras en las que ya tendrían presencia las nuevas fuerzas políticas aparecidas recientemente), las que desarrollaran y votaran esos acuerdos o las que, incluso, decidieran cambiarlos por otros modelos, si obtuvieran mayoría para ello.

La nueva dirección del PSOE tendrá pocos días para decidir qué velocidad quiere imprimir a su propio cambio y qué fuerza está dispuesta a ejercer para animar al presidente a que recapacite. Hay pocos días para decidir y hay muy pocos meses para actuar. Una pesadilla para Rajoy. 

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