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Mi abuela, prostituta a los 85 años

Un programa de televisión británico cuenta las llamativas y guerreras vidas de unas prostitutas entre los 60 y 80 años

Sheila Vogel-Coupe, octogenaria, prostituta y protagonista de una vida fascinante
Sheila Vogel-Coupe, octogenaria, prostituta y protagonista de una vida fascinanteChannel 4

Cuatro mujeres. Entre 64 y 85 años. 50 libras por pasar media hora de sexo desenfrenado con una de ellas. 90 la hora completa. La nueva polémica del británico Channel 4, el canal de televisión cuya última obra fue emitir unos documentales en los que abordaba de forma crítica distintos tratamientos para curar la homosexualidad, no puede tener mejores cifras: Mi abuela, la prostituta, se llama el invento. Tendrá tres episodios y aseguran que su objetivo es “desmitificar a las escort maduras”: mujeres de más de 60 años que cobran por tener relaciones sexuales –aclaran por si hiciera falta– y ver cómo compatibilizan su profesión con su familia y sus roles de madres o abuelas

Una vez superé el primer día, estaba bien. Y ya solo trabajé, trabajé y trabajé. Es solo un trabajo al y fin y al cabo. -Beverly, 64 años

La serie ha arrancado en la casa acogedora y familiar de una mujer con curvas, vestida de negro y que camina con cierta cautela. Su nombre es Beverley y tiene 64 años y cuando el presentador va a abordar la entrevista aparece un cliente unos 20 años menor que ella. “Me encontré esperando torpemente en su cocina mientras ella acaba de mantener relaciones con un extraño encima de mi cabeza”, cuenta durante la espera (de unos 20 minutos).

Es entonces cuando ella relata que lleva ejerciendo la prostitución desde hace 25 años. “Empecé porque mi exmarido me dejó sin un centavo. Él era jugador, por desgracia, por lo que literalmente no tenía nada. Vivía a pan y agua”. Él terminó por dejarla y Berverley tuvo que criar a sus hijos sola. Entonces apareció la idea ante el anuncio de un periódico que decía Escorts wanted (Se buscan mujeres de compañía). Llamó pensando que acompañaría a un hombre durante la comida o algo así pero al final del día ya se había acostado con ocho varones distintos.

Al final de día le asaltaron las dudas, añade. “Pero miré el dinero y pensé: 'Bueno, al menos vamos a comer esta noche'. Una vez superé el primer día, estaba bien. Y ya solo trabajé, trabajé y trabajé. Es solo un trabajo al y fin y al cabo" garantiza. Y deja una perla más ante la pregunta del conductor sobre si no le da miedo meter extraños en su casa: “Sin la ropa puesta son por lo general de lo más vulnerable”.

La gran sorpresa del programa es Sheila Vogel-Coupe: 85 años, gana más de 300 euros la hora y tiene una media de diez clientes a la semana. El  más joven tenía 23 años

La gran sorpresa de Mi abuela, la prostituta es Sheila Vogel-Coupe. Esta mujer de pelo cano, con arrugas y chándal burdeos tiene 85 años, gana 250 libras a la hora (más de 300 euros) y tiene una media de diez clientes a la semana. El récord de edad del más joven es de 23 años. Es la prostituta más vieja de Reino Unido. “Me siento sola y me gusta la compañía de un caballero, pero si quieres saber la cruda verdad, lo hago porque me encanta el sexo”, relata. “Solo pensar en ello me hace sentir mejor”, añade para explicar que se inició en este oficio en 2004 al fallecer su segundo marido.

Cuenta –y pasa junto a su cama a la que describe con un pícaro “esta es mi oficina”– su efecto sobre los hombres: “Especialmente los jóvenes… ven en algo en mí lo que es una sensación muy agradable. A menudo, los hombres me llaman y me dicen: '¿Podrías seguir hablando? Porque me estoy encendiendo y me tengo que masturbar cuando hablo contigo”. Y se justifica: “Es que soy muy, muy sexy”.

Sheila está ahora de baja, podríamos decir. Hace dos meses se sometió a una operación para reducir su intestino pero a pesar de ello no tiene pensado dejar la prostitución y quiere seguir recibiendo clientes en hoteles de lujo de Londres. Además, añade, que la siguen reclamando a la par que exhibe un mensaje de un hombre rogando por su compañía. “Solo te llevará cinco minutos, por favor”, se retuerce el tipo.

Sheila tenía una nieta que concursaba en The X Factor hasta que la prensa destapó su profesión. Ni sus tres hijas, ni sus tres nietos ni sus dos bisnietos sabían nada. “Parecía que hubiera cometido un asesinato", recuerda.

Más serio es el episodio que le ocurrió a finales de 2010: Iba a un hotel a un trabajo cuando la cazó el periódico News of the World. Una de sus nietas, Katie Waissel, era concursante en The X Factor. Entonces el problema llegó con la familia porque sus tres hijas, tres nietos y dos bisnieto no sabían nada. “Parecía que hubiera cometido un asesinato. Estoy orgullosa de lo que hago, no es algo que quiero ni se puede ocultar y no me importa si todo el mundo lo sabe", aseguró a la prensa en su momento en la misma línea. Hoy, relata en el documental, solo le habla su hija mayor.

La tercera protagonista de la serie se llama Sophie, tiene 60 años, aparece con una máscara y a su casa en el campo afirma que llegan clientes de 20 y 30 años, hombres de negocio pero también señores de 80. Jura que tiene una media de 100 clientes al mes trabajando seis días a la semana. No mantiene el contacto con sus hijos y guarda en un maleta todos los recuerdos de su vida anterior. Cuenta que estuvo casada pero su marido la dejó a los dos años y tuvo que criar sola a sus hijos con un trabajo en Liverpool que la absorbía y dejaba sin tiempo para su vida privada. Cuando su hijo menor cumplió la mayoría de edad le espetó un: “¡Feliz cumpleaños! Mi responsabilidad paternal ha terminado”, explica cerrando la cremallera.

Un tema central en la serie es la independencia y la autodeterminación a la que siempre se refieren estas mujeres. Sophie, por ejemplo, responde así a la pregunta de si no echa de menos una relación estable o la compañía de un hombre: “Tengo un novio durante una hora, tengo un amante una hora. Eso es suficiente. No hay calcetines sucios que lavar. Ya sabes, lo que hago, algunas personas lo clasificaría como inmoral, pero en realidad me encanta. ¿Y por qué no debería ser capaz de hacer lo que quiero hacer? Si la gente no puede aceptarlo es sólo una de esas cosas", dice. Sin embargo Beverley, que nunca a tenido un novio, confía en poder “despertar con alguien al que poder abrazar” y Sheila, con menos días de profesión por delante, afirma “es un placer seguir siendo atractiva a mi edad". Y remata con una vuelta al leit-motif del personaje que, es posible, tenga más de invención televisiva que de realidad: “Me encanta la compañía de un caballero, pero si quiere que le diga la verdad, me encanta porque me gusta el sexo".

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