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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cadena de trasplantes

Una ingeniosa fórmula permite que no se pierdan órganos de donante vivo por culpa de una incompatibilidad

Marcos Balfagón

Un auténtico ejercicio de ingeniería social. Eso es lo que la sanidad pública ha logrado al realizar seis trasplantes renales en cadena en diferentes hospitales. Técnicamente se le llama trasplante de riñón cruzado, un plan pionero iniciado en 2009. La escasez de órganos procedentes de cadáver llevó a la Organización Nacional de Trasplantes a potenciar el trasplante de donante vivo.

Ante la dificultad de encontrar a tiempo un órgano de cadáver, muchos pacientes buscan en su entorno familiar un donante dispuesto a ceder uno de sus dos riñones. Cuando este familiar es un hijo, hay muchas posibilidades de que sea compatible pero cuando es la pareja, es muy posible que no lo sea. Es una situación frustrante porque hay un donante dispuesto a sacrificarse y un receptor que lo necesita, pero no sirve de nada.

Para evitar que se pierda la oportunidad de salvar una vida, se ideó una ingeniosa fórmula cuyo éxito requiere la presencia de un buen samaritano que inicie la cadena, un primer donante dispuesto a dar su riñón al paciente. A partir de aquí, la pareja del receptor dona su riñón a otro enfermo, cuya pareja dona el suyo a otro, y así sucesivamente. En estos momentos hay 104 parejas dispuestas a participar en una cadena de este tipo.

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Pero igual que hay un buen samaritano inicial, suele haber alguien que rompe la cadena cuando ya se ha realizado el trasplante a su familiar. Es muy humano y está en su derecho. Prescindir de uno de los dos riñones no es una decisión fácil y no es lo mismo ir a quirófano al mismo tiempo que la persona querida, que hacerlo en favor de un desconocido cuando la pareja está ya a salvo.

Hasta hace poco las operaciones se hacían de forma simultánea y las cadenas solían dar para dos o tres trasplantes. Pero se decidió dilatar las intervenciones, pese a que este sistema daba más oportunidades al arrepentimiento, para asegurar mejor la elección del receptor más idóneo.

Contra todo pronóstico, esto no se ha traducido en un mayor índice de desistimientos, sino que incluso ha alargado la cadena, en este caso hasta seis trasplantes. Habrá que agradecer a la ONT esta fabulosa oportunidad de comprobar que, a pesar de todo, aún podemos confiar en la naturaleza humana.

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