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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Previsiones discutibles

El pronóstico de crecimiento es realista, pero los de empleo y déficit pecan de optimismo

Las proyecciones económicas y financieras presentadas ayer por el Gobierno reflejan la fase de indecisión que atraviesa la economía española entre el final confirmado de la recesión y una expectativa de recuperación que no acaba de despegar. El Ejecutivo avanza en su nuevo cuadro macroeconómico un periodo próximo de crecimiento moderado (1,2% este año, 1,8% en 2015 y hasta el 2,3% en 2016) acompañado de una reactivación del empleo muy lenta en relación con el enorme volumen de paro que es necesario absorber. De hecho, la predicción económica más notable es la suposición de que entre 2015 y 2016 se crearán 600.000 empleos (sin especificar cuál es la calidad de los nuevos puestos), lo cual dejaría el número total de parados a finales de 2016 en 5.333.000.

Es solo un pronóstico, en ningún caso una certeza. Debe observarse que, aunque esas previsiones se cumplieran, no bastarían para compensar la pérdida de empleos registrada entre 2012 y el primer trimestre de 2014 (1,2 millones de puestos de trabajo destruidos). No es necesario subrayar que así como las predicciones de crecimiento son aceptables, incluso más realistas que las anteriores, la hipótesis de empleo es discutible. Una cosa es reducir el paro, algo que, como ha reconocido el Gobierno, se debe a la caída de la población activa, y otra muy diferente es fundamentar las razones por las cuales va a subir el empleo en la cuantía anunciada.

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Para que el pronóstico se cumpliera sería necesario que el consumo se recuperase rápidamente este año y la inversión aumentara mucho en 2016, algo que parece poco probable. Las aclaraciones son tanto más necesarias cuanto que desde la perspectiva actual no se aprecia un crecimiento suficiente de la demanda que avale un aumento de la inversión y la ocupación; por el contrario, lo que se detecta es una persistente contracción del crédito que se prolongará durante este año al menos.

En lo que se refiere a los parámetros de estabilidad, la información es insuficiente. E l Gobierno sostiene que este año se conseguirá un déficit del 5,5%, inferior en tres décimas al previsto, y mantiene las previsiones del 4,2% para 2015 y del 2,8% para 2016. Pero no está de más recordar que los incumplimientos de déficit en los dos años anteriores más el esfuerzo de este año suma un ajuste pendiente superior a los 23.000 millones. Ese ajuste no puede conseguirse solo, como es evidente, por el aumento de ingresos derivado de la recuperación. La comparación con el caso de Francia es significativa; allí, con un exceso menor de déficit que cubrir, se ha preparado un plan drástico de recorte del gasto a sabiendas de que en la coyuntura europea actual confiar en la fiscalidad por crecimiento es una decisión arriesgada.

Las predicciones en estabilidad y empleo, para ser creíbles, requieren de una explicación más detallada. Parecen demasiado orientadas a conseguir que Bruselas acepte una reducción de impuestos para la que, por desgracia, hay poco margen si se quiere alcanzar el objetivo de déficit.

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