El inesperado estallido en Bosnia
Las puertas de Europa están ardiendo merced a la inflamable situación de sociedades periféricas aún en transición. El inesperado estallido en Bosnia se debe fundamentalmente a las llamas sin apagar de Ucrania.
Desde finales de octubre de 2013 se viene librando una batalla diplomática que, poco a poco, se ha ido convirtiendo en una auténtica encrucijada a la que el pueblo ucranio no es ajeno. Lejos de resolver este asunto, las condiciones del mismo se han ido agravando hasta degenerar en una revuelta popular que ha sorprendido a todos los actores implicados. Esta circunstancia ha sobrepasado tanto a la Unión Europea como a Estados Unidos, cuyas reacciones no están sirviendo para reconducir la situación.
Pero Ucrania no es el único país que hay en el este de Europa. Otras gentes y Estados miran con atención lo que sucede en las calles de Kiev, especialmente naciones que están en la lista de espera para ingresar en la UE u obtener algún tipo de acuerdo. Moldavia, Kosovo, Macedonia o incluso Serbia podrían tomar nota de la herida abierta en las orillas del mar Negro y optar por la misma táctica para precipitar el logro de sus intereses.
Es hora de cerrar el dilema ucranio y conseguir un acuerdo estable que garantice una coexistencia mínimamente sólida entre ambos bloques, máxime en estos momentos económicamente delicados para la Unión Europea.
Debemos poner en orden nuestras prioridades y volver a ser la fuerza rectora del continente, no podemos seguir por más tiempo en este impredecible barullo.— Jaime Aznar Auzmendi.