Mi teléfono es un "móvil justo"
Por Carlos Ballesteros
Llega a mis manos la interesante infografía titulada “Los españoles y el recomercio de móviles” en la que TNS, una de las empresas de investigación de mercados más grande y prestigiosa del mundo nos cuenta como el 93% de los próximos compradores de móviles estaría interesado en donar o revender su antiguo terminal de teléfono y que más de un 85% de los que usan un móvil demandan que sean las compañías operadoras las que agarren este tema por donde puedan y propongan soluciones. Casi 35 millones de personas en España tenemos un terminal de teléfono móvil, y casi dos tercios de los que lo tenemos es del tipo inteligente, sí esos que para que funcionen tienes que tocar la pantalla y aparece una foto, estás permanentemente conectado con el mundo a través de correo electrónico, whatsapp y demás zarandajas y tienes media vida metida en él, con una gran dependencia por tanto del aparatito y su batería. El País se hacía eco de la situación del sector hace ahora justo un año
Los aparatitos de teléfono duran poco, son de usar y tirar. Llevan dentro gran cantidad de tecnologia que, por eso de la obsolescencia programada, se queda antigua enseguida. El iPhone de Apple nació hace apenas 7 años (oficialmente se lanzó en junio de 2007 en los EE.UU. de Norteamérica) y ya lleva ¡8 versiones/actualizaciones! Hay móviles baratísimos, marcas blancas, imitaciones. Se dice que son malísimos para la salud, por las radiaciones que emiten y más cuando ahora están en permanente alerta a ver si nos ha entrado el ultimo “guasap” o si ya nos han mandado desde el otro lado de la mesa la foto de la comida que estamos disfrutando. Y si son perjudiciales para la salud ¡qué decir de sus maldades para con el entorno! ¡Y de la injusticia social que supone producir Coltan en países africanos!
Después de todo lo dicho hasta aquí, me da vergüenza confesar que este enero he estrenado uno de esos aparatos. Llevo esperándole, eso sí, desde que en junio de 2013 adelanté mi carta a los sabios de oriente y, un poco pronto eso sí, participé en una curiosa campaña de “crowdfunding”comenzada en Holanda. Había que adelantar 340 euros a una fundación que se comprometía a que, si llegaba a 15.000 pedidos, comenzaría a producir un teléfono especial. Dado que mi terminal perdía batería por momentos, se apagaba por sí solo, no me dejaba hacer fotos por falta de memoria y la mitad de los días decidía que no quería trabajar…..era hora de pensar en un cambio y decidí apuntarme.
Los Sabios de Oriente se retrasaron este año un poco pero siete meses después de pagarlo, el 10 de enero estrené mi nuevo terminal, y ha merecido la pena. Está hecho en China, como casi todos y en su fabricación se usa coltán, como en el 99% de los cacharritos tecnológicos. Eso no lo hace ni especial ni digno de ser traído a este blog. ¿Entonces? ¿A cuento de que contar esta historia personal? Pues que mi teléfono nuevo es un FairPhone, el primer (y único por ahora) teléfono móvil realizado con criterios de comercio justo.
El “Fairphone” es una iniciativa de un grupo de personas que, al ver que en el mercado no había alternativas para sus demandas sociales y ambientales, decidieron juntarse y buscar una solución válida. Vamos, una historia como la de Triodos Bank, uno de los bancos éticos europeos, cuando empezó curiosamente también en ese país: “ya que no hay un banco que responda a nuestras demandas éticas, creémoslo”. En este caso la cosa parece más fácil. En junio empezaron una campaña de esas que ahora llaman de crowdfunding por la cual 15.000 ciudadanos y ciudadanas del mundo pagamos por adelantado nuestro teléfono, para que la empresa pudiera empezar a operar. Eso es uno de los primeros principios del Comercio Justo ¿no? “Pago por adelantado a proveedores para no depender de condiciones financieras externas”.
El teléfono en cuestión está fabricado con minerales sin conflicto. Se han buscado iniciativas en la República Democrática del Congo (RDC) que garantizan que estos minerales no usan fondos ilegales provenientes del comercio de armas y que al centrarse en pequeños productores de una sola región, permite aumentar el empleo a pequeña escala y contribuir al desarrollo económico y la estabilidad regional. A los mineros se les paga alrededor del doble del salario medio acostumbrado en la zona y se les garantizan condiciones laborales dignas. Este dinero “extra”permite además la creación de negocios locales e iniciativas de desarrollo en el área. La cadena de montaje y ensamblaje, en China, también cuida las condiciones de trabajo y los salarios dignos. Además se ha contado con una fundación que se llama “Cerrando el Círculo”, que ha asesorado sobre la reciclabilidad y reutilización de los materiales y el alargamiento de su vida útil. Minimización del envase, baterías recargables, cargador universal que no viene con el aparato pues los de fairphone suponen, con buen criterio, que en casa ya tienes muchos de ellos.
Otro aspecto interesante es lo tocante a su diseño abierto. “Si no puedes abrirlo, no puedes poseerlo”, es su máxima, así que todas las especificaciones técnicas tanto del aparato en si como del sistema operativo están publicadas y a disposición del público. Hay empresas sociales desarrollando aplicaciones y programitas para el teléfono y en su página web hay abiertos foros de discusión y de sugerencias. Así además, ser poseedor de un teléfono móvil no es tan solo adquirir el chisme, es participar de una tribu colectiva que construye de alguna manera el proyecto (bueno, eso también lo hacen los de la manzanita, de alguna manera ¿no?). Por supuesto que el teléfono no viene asociado a ninguna compañía operadora, así que eres “libre” de elegir la que menos te explote y saquee.
Y por último: desde que el 7 de junio encargué y pagué mi teléfono,ha sido continuo el flujo de información recibida sobre los pasos que se iban dando. Cuando alcanzaron la cifra que les permitía empezar la producción, a mediados de julio, nos hemos ido enterando puntualmente de la consecución de los diferentes retos que supone tener el teléfono en la calle: conseguir la aprobación del diseño por parte de las autoridades, transportar el material a China, empezar la producción, diseñar la caja de cartón reciclado en el que lo envían, concebir los programas y el sistema operativo. A veces incluso han ido preguntando por sugerencias, haciéndote de alguna manera partícipe del proyecto.
Quizás debería haber dedicado este post también a discutir y profundizar en la necesidad o no de tener un teléfono móvil, en la dependencia tecnológica y psicológica que suponen estos trastos. Durante muchos años me negué a tener uno de ellos, luego estuve mucho tiempo con un modelo antiguo de los de teclas, cuando todo mi entorno deslizaba ya los dedos por las pantallas, pero he preferido dedicarla a contar qué es lo que hace especial al “Fairphone”, y por qué estoy contento de haber comprado uno y de haber esperado más de medio año para poder abrir la caja y poder decir “mi teléfono es un móvil justo”.
Más sobre móviles y obsolescencia programada en este blog: Mi iPhone me lo reparo yo
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