Patovica de boliche
Los obispos votarán después de haber pasado por la mirada escrutadora del Papa: “tú pasas”, “tú mejor no…”.
Decía Steve Jobs que, mirando la vida en retrospectiva, se observa una sucesión de puntos que, conectados, explican la situación actual. El papa Francisco reveló el otro día un punto interesante en su vida que puede dar una pista sobre lo que está intentando desde que se convirtió en obispo de Roma, hace tan solo nueve meses. Resulta que Jorge Mario Bergoglio trabajó en su juventud como portero de discoteca (léase en porteño patovica de boliche). Ya se sabe: “tú pasas”, “tú mejor no”, “tú qué haces acá, tan joven”, “tú ya has bebido suficiente”, “acá dentro no peleen, muchachos…”. Algo del ojo clínico que entonces desarrolló el joven Bergoglio le ha servido, sin duda, al ser elegido por sus pares como portero de la Iglesia (a la vista está en su escudo que es el custodio de las llaves de Pedro).
Y así, varias décadas después, Francisco les dice a algunos que no los quiere en su local —los pederastas, los despilfarradores, los obispos de clase business—, a otros les anima a pasar —los pobres, aquellos tan al final de la fila que el portero suele ignorarlos— y a los de dentro les anima a salir a la calle porque ya llevan demasiado tiempo pensando que aquello es solo para ellos y lo mejor de la fiesta aún no ha llegado.
Quienes pensaban que la elección de Francisco era solo un cambio en la puerta empiezan a comprobar, con sensaciones que van de la alegría a la preocupación y a la hostilidad soterrada, que lo que está cambiando es la gestión. Guste o no, el local vuelve a atraer a la gente. Lenta, pero constantemente, los feligreses regresan a las parroquias en un fenómeno que está dejando fuera de juego a sectores dentro y fuera de la Iglesia.
Sin descanso, Francisco sigue revolucionando la gestión. En los próximos meses le toca el turno a la Iglesia española, que debe renovar su cúpula. Francisco sigue el proceso tan de cerca que impuso una reunión con los obispos justo en las fechas en que debería producirse la votación para elegir nuevo presidente de la Conferencia Episcopal. Los obispos votarán después de haber pasado por la mirada escrutadora del Papa: “tú pasas”, “tú mejor no…”.
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