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Mina se une a las protestas contra el magnate de la pasta

La cantante, que fue imagen de la marca en los sesenta, critica a Guido Barilla por sus comentarios contra los gais

Mina, cuando triunfa en los años sesenta.
Mina, cuando triunfa en los años sesenta.

Mina nunca desafina. La cantante se une al coro indignado por las declaraciones de Guido Barilla, presidente del grupo que fabrica la pasta que lleva su nombre. “No haremos publicidad con homosexuales porque nos gusta la familia tradicional. Si los gais no están de acuerdo, siempre pueden comer pasta de otra marca. Todos son libres de hacer lo que quieran porque no molestamos a nadie”, proclamó el empresario.

El logotipo rojo y blanco de la marca de pasta que representaba por antonomasia la alegría toda italiana de sentarse a la mesa para zamparse un buen plato de espaguetis, se convirtió en unos segundos en el símbolo del prejuicio y del conservadurismo más anacrónico. La reacción de las asociaciones que defienden los derechos de los gais fue inmediata y seguida por una gran oleada de mensajes en Twitter con el hashtag “#boicottabarilla” y por las posiciones de varios intelectuales entre ellos, el premio Nobel Dario Fo. Y Mina.

En el blog que tiene en Vanity Fair Italia, la famosa cantante, presentadora y productora musical contó haber recibido “una avalancha” de cartas y mensajes rabiosos. “El tono utilizado es muy pesado. Mi cabeza solo pudo hacer una comparación quizás algo atrevida”, escribe. “Seguramente recordáis el discurso de Kennedy en Alemania. Decía: "Ich bin ein Berliner [Soy un berlinés]”. Ahora bien, por mi parte, el único comentario que puedo hacer es: Yo soy gay”.

La posición de la más transgresora, moderna y sexy entre las estrellas de los años sesenta, no es algo banal para la casa de Parma. Mina fue el rostro de los anuncios Barilla desde 1965 hasta 1970. También en años recientes, volvió a colaborar con la fábrica de pasta poniendo su voz a los anuncios de lasañas.

En una Italia donde no existía el divorcio y los modelos familiares no contemplaban otra cosa que una mujer madre y maruja, un hombre padre y trabajador y un par de hijos, mejor si rubios, Mina decidió hacer pública su relación con un hombre que estaba casado y también su embarazo. Pagó su elección de libertad y anticonformismo con el ostracismo de la RAI. El público, sin embargo, se quedó a su lado y su regreso a la pequeña pantalla, al año, disfrutó el sabor del triunfo, de la revancha. “En 1965 la popularidad de Mina estaba por las nubes”, explica Antonella Valoroso, una experta en publicidad, en Il Corriere della Sera “pero ficharla como imagen de Barilla fue una elección comercial bastante atrevida. ¿Qué tenía que ver Mina con la pasta, la ama de casa y la familia tradicional italiana? Poco o nada”. Mina representaba un modelo de mujer moderna e independiente. Una independencia que demostró en su blog, alistándose entre los críticos contra su antiguo jefe.

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