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Tribuna
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Cataluña pregunta; España, ¿responde?

Tiene que haber voces que se hagan oír y critiquen la inacción del Estado

Joan Herrera

Soufflé. Dicho de un alimento: preparado de manera que quede inflado. Así lo define la RAE. Diada nacional: algo preparado de manera que quede inflado. Esa es la descripción que se viene escuchando desde las élites políticas y económicas que lideran España. Es un soufflédijeron cuando el 10 de julio de 2010 la calle se inundó de gente que expresaba su rechazo a la sentencia del Constitucional. Lo mismo en 2012. Y lo mismo en 2013.

En todos los casos, la actitud más benévola ha sido la indiferencia. La peor de las respuestas: la beligerancia. El Estatut de 2006 fue un intento de federalizar España por la vía del acuerdo que se dio de bruces con la hostilidad del PP y el pasotismo del PSOE. No hace más de un lustro que el PP recogía firmas y recurría el Estatut. Las consecuencias de aquel acto acabaron por derogar lo que el pueblo había votado y cerró la puerta a una lectura federalizante y plurinacional de España.

Tres años después, la movilización no solo sigue intacta, sino que la sociedad catalana vive un proceso de decantamiento hacia opciones cada vez más independentistas. Hay un independentismo mágico que todo lo arregla, es cierto, pero la opción va ganando adeptos porque no hay ni alternativa ni contrapropuesta. La movilización conecta con el anhelo de ruptura, de cambio de régimen, y da respuesta a lo que se percibe como continuos portazos del Estado a las demandas catalanas. Y más allá de las fronteras del independentismo, en Cataluña el 80% de la ciudadanía y el 80% de los diputados y diputadas del Parlament son favorables al derecho a decidir. La inmensa mayoría de la ciudadanía rechaza el actual marco político. Guste o no, Cataluña ya se encuentra fuera del marco autonómico. Esa es la realidad.

La respuesta continúa siendo ganar tiempo y esperar, sin percatarse de que lo que valía en 2010 ya no era aceptable en 2012, y que lo necesario en 2013 no valdrá en 2014.

Rajoy parece instalado en la máxima de que lo urgente es esperar, con una apelación genérica al diálogo, quizás para ganar tiempo. El PSOE contemporiza, con una propuesta federal, que está incluso por detrás del Estatut con el que ellos mismos se comprometieron. ¿A qué obedece el carácter tan pusilánime de las respuestas? ¿Continúan pensando aún que estamos ante un soufflé? No creo, saben que hay corriente de fondo. Aceptar la realidad significa entender que hay que superar el marco político e institucional de la Transición. Un marco agotado para Cataluña y también para España. Y ese es el único límite que no están dispuestos a oír, hasta que esa misma realidad les acabe sepultando.

Hay un independentismo mágico que todo lo arregla, y es una opción que va ganando adeptos

Ante un conflicto político la respuesta debe ser política y no una constante apelación a la ley y a la Constitución. Reino Unido y Canadá son el ejemplo de las respuestas democráticas e inteligentes ante los conflictos territoriales. Hoy, y no sé que pasará dentro de un año, la única solución posible ya pasa porque la ciudadanía de Cataluña pueda expresar libremente su voluntad, y no una respuesta parcial, versión mejorada del modelo de financiación, que no afronte el problema.

¿Un nuevo pacto entre Cataluña y el Estado es posible? Quizás, pero le toca proponerlo al Estado, en una nueva lógica de acuerdo de igual a igual que reconozca plenamente a Cataluña como sujeto político y de soberanías compartidas.

Son muchos los que dicen que la consulta no se hará. Y seguramente en la negativa del PP y la falta de liderazgo del PSOE está la creencia de que así se impide la independencia. Pero la negativa a consultar a la ciudadanía tan solo tensionará más la situación, llegando al final del camino a una mayor polarización, sin opción de alternativa alguna. Es más, pequeños sectores del independentismo podrían coincidir con esta opción, a sabiendas de que toda consulta puede polarizar, pero también puede dar lugar a un juego de propuestas y contrapropuestas, a un nuevo pacto. Tan solo mediante una consulta que vincule, que permita argumentar e informarse, será posible un debate y una decisión que permita desencallar la actual situación.

Tengo amigos en el resto del Estado que cuando se trata el “problema” catalán, la respuesta acaba siendo la de una cierta pereza y escudarse en que hay más temas de los que hablar. Otros describen cómo CiU, y es cierto, utiliza el debate para tapar sus fracasos y miserias, pero eso no explica lo que pasa y se siente en Cataluña.

Pero esa actitud ya no vale, porque Cataluña va a abrir una nueva etapa. Y la cuestión es si se aprovecha este movimiento para el cambio radical, de régimen, que necesita España, o se continúa con la inacción, para que al final de todo muchos de los que aquí me leen se pregunten: ¿Qué hice yo para evitar que los catalanes se fueran?

Tiene que haber voces que se hagan oír, que escriban y critiquen la inacción del Estado, la recentralización del Gobierno. Que nos ayuden a reconocer el derecho a decidir de los catalanes. Que intenten aprovechar el momento para intentar cambiarlo todo, también en España.

Joan Herrera es presidente del Grupo de ICV-EUiA.

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