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la punta de la lengua
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

“No me consta”, dicen los testigos

Cuando damos testimonio de algo, no se espera que certifiquemos su verdad fehaciente sino que simplemente seamos sinceros

Álex Grijelmo

La retórica nos ofrece un baúl de recursos para las situaciones comprometidas. Uno de ellos consiste en no proferir aseveraciones categóricas, y pronunciar solamente frases con apariencia de rotundidad. Ya nos avisó Aristóteles de que el público asiente ante las afirmaciones ambiguas.

Las palabras difusas cambiarán luego milagrosamente de sentido cuando se altere el entorno desde el cual las habíamos observado. Así, por ejemplo, un dirigente político puede declarar: “No tengo intención de subir el IVA”; y conseguir que su frase obtenga la común aceptación de que ese impuesto no va a incrementarse. Una vez que pase el tiempo, ya se proyectará otro contexto sobre la declaración pronunciada: es verdad, no tenía la intención, las circunstancias le han obligado; y además lo que dijo fue “no tengo la intención de...”, en vez de “no voy a subir el IVA”. Por tanto, no mintió; al menos objetivamente.

¿Miente el cirujano que le dice al paciente tras un primer examen “no tengo la intención de extirparle el riñón”, aun sabiendo que probablemente lo hará? Quizás no miente, pues en verdad no siente interés alguno por la extracción; pero sí le engaña.

La contestación “no me consta”, anotada en declaraciones políticas y judiciales, puede relacionarse también con las figuras retóricas de la ambigüedad. Por lo común, la psicología cognitiva nos conduce a entender “no me consta” como sinónimo de que se ignora algo. Ahora bien, las afirmaciones que hacemos están constituidas por lo que decimos y por lo que desechamos decir, como en el caso del riñón. Y así algunos declarantes desechan “lo niego” o “lo desconozco”, y eligen “no me consta”.

Esas contestaciones con información parcial recuerdan a la del cónyuge que había llegado tarde a su casa por la noche y que en la mañana siguiente respondía con soltura cuando su pareja le preguntaba a qué hora regresó: “A menos cuarto”.

Y sucede algo parecido cuando, también en el hogar, uno de los miembros de la familia le pide a otro que le alcance el arroz, a lo que este último contesta un rato después: “No lo encuentro”. Eso puede significar tanto que no hay arroz en la casa como que no lo ha buscado bien, o incluso que ni se ha molestado en hacerlo o que ni siquiera sabe en qué estante se coloca. Pero sigue siendo cierto que no lo ha encontrado, frase de la cual no se deduce en ninguno de esos supuestos un falso testimonio: porque no ha dicho que el arroz no esté, ni que no tenga la intención de buscarlo, sino que no le consta.

Y si a uno no le consta algo, eso significa, diccionario en mano, que no le es manifiesto, o que tal cuestión no ha quedado “registrada por escrito”, o que no le ha sido “notificada” (verbalmente o en un papel).

Claro, no podía constar aquello que se hizo para que no constase. Si alguien escondió el arroz, no nos consta que exista. Y si sabemos que alguien lo escondió, también podemos responder que no lo hallamos porque no nos consta dónde está.

Además, una cosa es que sepamos algo y otra que nos conste. Lo definió muy bien el escritor egipcio Edmond Jabès: “Sé que estoy mintiendo cuando en alguna ocasión miento. Nunca sé realmente si digo la verdad cuando intento decirla, aunque esté totalmente convencido de ello”.

Por tanto, la respuesta sobre los sobresueldos y la ofrecida sobre el arroz se ciñen a lo cierto. Pero cuando damos testimonio de algo, no se espera que certifiquemos su verdad fehaciente, indubitable, científica, sino que simplemente se trata de que seamos sinceros, lo cual excluye toda posibilidad de engaño o de silencio intencionados.

La litotes es una figura retórica (también llamada atenuación o hiposemia) que atempera un concepto abrupto. Por ejemplo, “no aplaudo lo que haces”, en lugar de “lo critico”. En esa línea de negaciones con trampa se dice también “no está usted admitido” en vez de “le hemos rechazado”; o “no se permite fumar” en vez de “está prohibido”. “No me consta" puede representar igualmente una forma de no decir diciendo, una minoración, una hiposemia. O un truco más para no alcanzarnos el arroz.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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