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Columna
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Aznar e Irak

Que yo recuerde, no pidió perdón a los iraquíes víctimas del conflicto, ni a los españoles, que tuvimos que asumir la condición de agresores

Jorge M. Reverte

El expresidente Aznar se ha convertido en un presidente de comunidad de vecinos enfadado. Un peligro.

La guerra de Irak ha supuesto la muerte de más de 100.000 civiles en el país, según las cifras más conservadoras. Aquella guerra, que puso en marcha el llamado “trío de las Azores”, que formaban, a imagen de los tres mosqueteros, cuatro personas, se ha convertido ahora en una guerra civil, en la que chiíes y suníes se matan con coches bomba y tiros en la nuca. No hay previsiones sobre la fecha posible del final.

Entre los hombres que decidieron que había que empezar la matanza estaba el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, que afirmó en varias ocasiones, siempre con un énfasis propio de presidente de comunidad de vecinos enfadado, que allí había armas de destrucción masiva y que había que acabar por la fuerza con el régimen de un canalla llamado Sadam Husein.

Este tipo, José María Aznar, tuvo que admitir algunos años después de tomada la bestial decisión de invadir Irak que se había equivocado, que allí no había armas de destrucción masiva. Pero, que yo recuerde, no pidió perdón a los iraquíes víctimas del conflicto, ni a los españoles, que tuvimos que asumir la condición de agresores.

Ahora, Aznar se ha convertido en poco más que un presidente de comunidad de vecinos de esos que se hacen tarjetas de visita con el cargo. Pero no ha perdido el énfasis, la solemnidad con la que emite juicios que siempre toman el aire de amenazas. Siempre hay un imbécil en las comunidades de vecinos que comenta sobre el más bruto de los que quieren ocupar la presidencia: “este los tiene bien puestos”, como si fuera algo positivo esa actitud en el candidato.

¿Es posible que este país contenga tanta gente insensata como para volver a votar a un tipo así?

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