Controles peliagudos
La creación en el Reino Unido de Cameron de un supervisor para la prensa es un experimento peligroso
La decisión del Gobierno de David Cameron de crear un supervisor independiente que controle a la prensa es todo un experimento de imprevisibles consecuencias. Puede que Reino Unido sea uno de los pocos países con el crédito suficiente para establecer una institución como esta. La fama de independencia de la marca BBC, canales públicos de radio y televisión le precede. Pero también es tradición muy británica la prensa sensacionalista.
La creación de este supervisor independiente es el resultado del terremoto que generó el caso del dominical News of the World, propiedad del grupo News Corporation de Rupert Murdoch. Ese caso desveló que el rotativo pinchó y manipuló la línea del móvil de una adolescente secuestrada y finalmente asesinada. Pero también puso en evidencia que políticos, escritores, actores y empresarios fueron víctimas de esta inmoral e ilegal forma de trabajar de sus periodistas.
El escándalo salpicó al mismísimo Cameron, cuyo primer director de comunicación, Andy Coulson, fue antes director del News of the World, y siguió con la imputación (y la dimisión) de varios directivos del grupo, la salida de Reino Unido del hijo del magnate, James Murdoch, y el cierre del dominical. Pero lo cierto es que dos años después el News, que tenía una ventas semanales de 2,8 millones de ejemplares, ha sido sustituido por otro dominical del mismo grupo, The Sun on Sunday, que es muy parecido en línea editorial y, seguramente, en millonaria tirada.
Hay división de opiniones. Poner coto a cierta prensa puede no estar mal, pero lo peor sería que eso supusiera erosionar la libertad de prensa conquistada hace ya 300 años en una de las democracias más antiguas del mundo. Todo está por ver. Falta conocer los términos de la regulación y si hay suficientes medios que se adscriben a ella (pues la aplicación es voluntaria). Los que se adhieran tendrán más opciones de quedar eximidos del pago de multas, lo que se supone es un incentivo, aunque para la prensa el mejor de todos es contar con el favor del público; hasta ahora, con pinchazos o sin ellos.
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