Estrangular no está de moda
El fotógrafo Terry Richardson, acusado de incitar a la violencia con un trabajo para la revista ‘Vogue’
El fotógrafo americano Terry Richardson (1965), uno de los más influyentes de las últimas décadas conocido por introducir en la moda fotografías más que subidas de tono, ha vuelto a desatar la polémica con su trabajo entre asociaciones que luchan por los derechos de la mujer. El origen es la portada del último número de la revista Vogue, en su edición para hombres, que muestra al modelo Marlon Tereixa agarrando con fuerza a su compañera Stephanie Seymour. En 2010 dirigió otra campaña de publicidad para la casa Sislye que también generó malestar por ofrecer una imagen de una mujer en la que se intuía que estaba siendo “acosada sexualmente”.
Para esta ocasión, cuatro instituciones americanas (Sanctuary for Families, Safe Horizon, Equality Now y Newy York Chapter of NOW) se han unido para denunciar que “ahogar a una persona oprimiéndole el cuello no es una actitud propia del mundo de la moda y por tanto no debería utilizarse para vender revistas”. Las asociaciones han escrito una carta al director de la publicación, Conde Nast, en la que lamentan lo “ofensiva” y “peligrosa” que resulta la fotografía porque “ensalza la violencia a la mujer mientras esta mantiene relaciones sexuales”.
Los mismos grupos hacen referencia a un estudio realizado en 11 ciudades que indica que el 43% de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas, al menos habían sufrido un intento de estrangulamiento anteriormente. También le han pedido que retire la revista que al ser “de carácter internacional aparece en numerosos estanterías y tienen una enorme influencia entre hombres y mujeres jóvenes” y que se comprometa a no recurrir a la violencia para vender.
En los últimos meses, uno de los trabajos del fotógrafo que más curiosidad ha despertado ha sido una serie de retratos de la actriz Lindsay Lohan. En las instantáneas aparece con una pistola en la boca y en otra semidesnuda con un escueto sujetador en color negro. Muchos críticos sostienen que su trabajo, sexualmente explícito, es una especie de venganza del niño tímido e inadaptado que fue. “Trabajo mucho mi psicología a través de mis fotos”, reconoce. “Procesas tu vida, tu infancia, tu madre, tu padre. Lo mismo con la gente a la que fotografío. Siempre he explotado mucho lo sexual, pero nunca le pido a nadie que haga algo que no haría yo mismo”.
El mundo de la moda y la publicidad se mueve en ocasiones en lo políticamente incorrecto. El pasado año, la edición francesa de Vogue utilizó en su portada del mes de enero a tres niñas de cinco años en actitudes adultas, sensuales y provocativas con vestidos de Versace, joyas de Bulgari y tacones imposibles de Balmain. En 2007 el Observatorio de la Imagen del Instituto de la Mujer solicitó a la marca italiana Dolce & Gabbana la “retirada inmediata” del anuncio en el que un hombre sujeta por las muñecas a una mujer postrada en el suelo mientras otros cuatro contemplan la escena, los diseñadores retiraron únicamente las fotos de la campaña del mercado español y declararon que con esta polémica “España se ha quedado un poco atrás”.
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