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Tribuna
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El revoloteo de las palomas

Habría que modificar la estructura impositiva para incrementar sus recursos

El presidente Rajoy acudió al parque de las Comunidades Autónomas con un esplendoroso pan de 18.000 millones de euros para alimentar a las palomas más necesitadas. El simple gesto de que el pan iba a ser troceado y repartido provocó un agitado y sonoro revoloteo en el palomar, hasta el punto de que el ministro Montoro tuvo que imponer una condición ineludible para participar en el festín: ninguna paloma podría soltar suciedades (léase incurrir en déficit) más allá del 1,5% de su peso (o sea, de su PIB). Una precaución más que razonable habida cuenta de que los “bancos” del parque ya albergaban abundantes bolsas de basura y elementos tóxicos provenientes de los inmuebles y de los solares circundantes.

Para echar una mano en este loable esfuerzo de limpieza y engalanamiento, el ministro De Guindos hizo construir, en uno de los rincones del parque, un enorme banco malo, no para el gozo de los paseantes y transeúntes, sino para acoger y almacenar los residuos, basuras y desechos de los bancos menores más estropeados. Nuestro ministro de Economía pensaba, con razón, que el parque debe mantenerse en perfecto estado de revista para cuando vengan los ilustres invitados, Angela Merkel y la temible troika. Sería imperdonable que las ramas y piedras de los senderos causaran la mínima mancha en el inmaculado vestido de la dama más poderosa del mundo o en los famosos trajes de los señores de negro.

Paseantes y aficionados al jogging matinal me cuentan que estos últimos meses el parque también huele a chamusquina. Inmediatamente pensé que podría deberse a algún incendio de entre los muchos que asolan el país. En ese caso, muy pronto se decretarán nuevas talas y recortes para evitar que el riesgo y su prima se encaramen por los troncos medio calcinados hasta niveles de vértigo, decididamente no sostenibles.

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En los últimos días, el revoloteo ha cobrado intensidad, y las palomas más reivindicativas han manifestado su tremenda ansiedad: Cataluña dará un picotazo de 5.023 millones de euros, y las Comunidades de Valencia y de Murcia rellenarán sus buches con 4.500 y 700 millones, respectivamente. Semejante avalancha ha creado reacciones en cadena, y el presidente Rajoy ha tenido que tranquilizar los ánimos asegurando que habrá pan para todas.

Los problemas piden a gritos una solución duradera, no guiada por el café para todos

Pero una vez adoptadas todas estas precauciones, ¿podrán las palomas digerir a un ritmo adecuado los mendrugos troceados? ¿Serán capaces de ayudarse con algún regulador digestivo sabiendo que el copago farmacéutico no se anda con chiquitas? Para salir de dudas, el Gobierno español se enfundó el mandil de boticario y prescribió su propia receta: los gobiernos autonómicos tendrán que programar sus dietas individuales de contención y adelgazamiento (planes de equilibrio financiero, PEF) para no exceder el déficit de 1,5% del PIB anual durante tres años. Pero el escaso realismo con que se han elaborado esos planes hace que, aunque se cumplan al 100%, la media de los déficits autonómicos no bajará del 1,92% en el presente año, según las estimaciones de FEDEA publicadas en su III Informe del Observatorio Fiscal y Financiero de las CC<TH>AA. Y si los PEF no se cumplen, el déficit del palomar podría rondar el 4%.

En el mejor de los escenarios contemplados por FEDEA, las Comunidades más incumplidoras serán Cataluña (2,5% del PIB), Extremadura (2,4%), Cantabria y Asturias (2,3), y un grupo formado por Aragón, Madrid, Comunidad Valenciana y Región de Murcia con un déficit de 2,2%. Así pues, el desvío presupuestario será inevitable y dificultará el cumplimiento de los objetivos fiscales del Gobierno para el presente año. Y, lo que es peor, según las previsiones de varios reputados institutos de coyuntura del país, la probabilidad de que el reciente incremento del IVA revierta la situación en los próximos meses es muy baja, debido a que el retraimiento que este impuesto ocasionará en el consumo y en la actividad económica sobrepasará ampliamente lo que esperaba el Gobierno.

Los problemas del parque piden a gritos una solución duradera, no guiada por el café para todos, sino por los principios de comprensión mutua, racionalidad y solidaridad; las mismas bases que exigimos a las instituciones y autoridades europeas cuando se enfrentan a los graves problemas de los países de la periferia y tratan de salvar el euro. Por ello, es primordial que, a nivel interno, todas las fuerzas políticas españolas aúnen sus esfuerzos para encontrar una solución justa a unos problemas, institucionales y financieros, que afectan a todas las Comunidades Autónomas simultáneamente.

Por otro lado, también resulta claro que el Gobierno español debería modificar la estructura impositiva con criterios de equidad y eficiencia para incrementar sus recursos. Por ejemplo, elevando la imposición sobre las actividades y consumos que deterioran el medio ambiente, gravando los grandes patrimonios y fortunas, y luchando drásticamente, de una vez por todas, contra el fraude fiscal. Si no lo hace, la economía española, y por ende sus palomas y ciudadanos, pagaremos soportando nuevos ajustes, todavía más fuertes e injustos. En ese caso, no habrá más panes que llevar al parque, y el armonioso sonido de revoloteo de las palomas dará paso a mayor desencanto y a sonoras y justificadas protestas ciudadanas.

José García Solanes es catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia.

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