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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Quebec se mueve

La victoria de los soberanistas no significa que la provincia se encamine a la independencia

Tras nueve años en la oposición, el Partido Quebequés, independentista, ha ganado las elecciones regionales. Aunque supone un cierto regreso del discurso nacionalista, su triunfo no tiene por qué significar un rebrote de la fiebre secesionista en la provincia de mayoría francófona de Canadá. Pauline Marois, la nueva primera ministra, que se propone ampliar el uso del francés en Quebec, carece de la mayoría parlamentaria suficiente para siquiera intentar plantear la separación. Su prioridad es asegurar que la economía de su región, como la del conjunto de Canadá, no se vea contagiada por la crisis general.

Aunque según un reciente sondeo solo un 28% de los québécois está a favor de la secesión, la cuestión no ha desaparecido. No contribuirá a resucitarla el que, con un grito en defensa del inglés, irrumpiera un hombre con una pistola ante la sala donde Marois celebraba su victoria y matara a una persona. Es un acontecimiento sorprendente en Canadá, una sociedad con una tasa de criminalidad baja, que prácticamente desconocía la violencia política y en la que la posesión de armas de fuego está estrechamente regulada, a diferencia de su vecino del sur.

El Partido Quebequés había sufrido un varapalo en las elecciones generales canadienses de mayo de 2011. Más que ganar ahora Marois, ha perdido el primer ministro saliente, el liberal Jean Charest, que gobernaba Quebec desde hace casi una década y se equivocó al convocar elecciones anticipadas en medio de escándalos de su partido y manifestaciones estudiantiles por la subida de las tasas universitarias.

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Los movimientos en Quebec siempre son seguidos con suma atención por los partidos nacionalistas y separatistas en diversos países europeos. Tras el referéndum que en 1995 rechazó por poco más de un 1% la secesión, la situación ha cambiado. En 2000, a raíz de una consulta al Tribunal Supremo, el Parlamento canadiense aprobó la muy razonable Ley de la Claridad. Según esta, un nuevo referéndum para la secesión solo será posible, en caso de que lo solicite el legislativo regional, si lo convoca el propio Parlamento de Canadá. Este también ha de considerar si la pregunta es clara y versa únicamente sobre la soberanía, y determinar qué mayoría manifiesta sería aceptable para una eventual secesión.

De momento, la cuestión queda aparcada, aunque es de suponer que Marois apurará el autogobierno todo lo que pueda.

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