Septiembre ya está aquí
Si hay rescate, Rajoy debe dar explicaciones y buscar el consenso para negociar las condiciones
Vienen semanas difíciles. El 1 de septiembre entra en vigor la subida del IVA, pero ya el próximo viernes o el siguiente, todavía en agosto, el presidente Rajoy habrá tenido que presentar las reformas legales y económicas necesarias para responder a las condiciones marcadas por Bruselas a cambio del rescate bancario de hasta 100.000 millones de euros. De esas condiciones quedan pendientes, entre otras, las relativas a nuevas reformas laborales y al acortamiento de plazos para la subida de la edad de jubilación.
Con la entrada del otoño habrá ya indicios fiables sobre si será alcanzable el objetivo de déficit de 6,3% del PIB comprometido para 2012. Y Rajoy tendrá que haber despejado la incógnita que abrió a fines de julio, cuando no descartó la posibilidad de petición de ayuda al fondo europeo para un rescate, sea duro o blando. Pero tanto si hay petición como si no, lo más probable es que haya más ajustes: porque los imponga Bruselas o para cumplir el objetivo de déficit, que, según las últimas estimaciones, está ahora en torno al 8% del PIB.
De las últimas declaraciones de Luis de Guindos se deduce que el ministro de Economía ya da por supuesto que habrá petición de rescate, aunque no se formalizará antes de que, en la primera semana de septiembre, el BCE informe de sus planes para rebajar la prima de riesgo. Y solo tras la petición formal se discutirán las condiciones adicionales de ajuste que pueda imponer Bruselas a cambio.
De Guindos piensa, de acuerdo en esto con la presidenta del Fondo Monetario Internacional, que ya no queda margen para nuevos recortes de gasto. Esto significa que los ajustes tendrían que venir por el lado de los ingresos, es decir, de una nueva subida de impuestos. Aunque el tabú del PP sobre esa posibilidad ya se rompió con la subida del IRPF y sobre todo la del IVA, cualquier nuevo paso en esa dirección tendrá un fuerte coste político para el PP, que hizo su campaña jurando que no lo haría y que subir los impuestos no garantizaba aumentar la recaudación.
El reproche que por ello merece Rajoy no es el de haber cambiado, sino el de no haber reconocido su error de oponerse a las medidas que su antecesor en La Moncloa tuvo que plantear en 2010. Aún está a tiempo. ¿No sería de esperar que el presidente del Gobierno aprovechara la apertura del nuevo curso político, que será el del rescate, para comparecer ante los españoles y ofrecerles las explicaciones que sigue debiéndoles, más allá de la herencia recibida y de que a él no le gusta hacer lo que está haciendo? ¿Y no sería la ocasión para plantear la necesidad de un acuerdo con los principales partidos para abordar desde el consenso esas medidas de sacrificio que van a volver a afectar especialmente a las clases medias? Y la oposición, ¿no debería comprometerse públicamente a respaldar al Gobierno en aquellas políticas que derivan directamente de las condiciones del rescate, o para oponerse conjuntamente a las que se consideren abusivas?
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