El "sheriff "de Maricopa
EE UU intenta sentar en el banquillo al agente que persigue obsesivamente a los latinos
En España vemos a los sheriffs con los rostros de John Wayne, James Stewart o Kirk Douglas. Una idealización, claro. Los de verdad suelen ser funcionarios que se limitan a mantener el orden en los condados. Y, en algunos casos, utilizan su influencia para actuar de cruzados de causas rancias, como el Tea Party. El sheriff del condado de Maricopa, en Arizona, cae de bruces en el segundo caso. Joe Arpaio tiene poco que ver con los defensores de la ley de John Ford, Howard Hawks o John Sturges (¡ya les gustaría, a él y al Tea Party!). Es famoso por algunas extravagancias, como su investigación sobre el certificado de nacimiento de Barack Obama (pretendía demostrar que Obama no podía ser candidato a la Casa Blanca, porque no era estadounidense) y por su vesania contra los inmigrantes ilegales. Arpaio ha sido acusado varias veces de violación de los derechos de inmigrantes por detenciones sin causa, de perseguir a hispanos y latinos solo por su idioma o su color y de imponer crueldades a sus detenidos. Es tal el hartazgo del Gobierno con este sheriff, la cara más visible y violenta del racismo en Arizona, que el Departamento de Justicia está terminando los trámites para sentarlo en el banquillo por violación reiterada de los derechos de los detenidos.
Arpaio es un fundamentalista de manual. Odia a los inmigrantes, pero él mismo es hijo de napolitanos. El furor del converso. Exhibe rasgos de psicopatía, como mantener a 1.400 detenidos bajo una carpa en pleno desierto, a 62 grados de temperatura, que él mismo controla con un termómetro. Se declara defensor ciego de la ley, para captar el entusiasmo de los votantes obsesionados por la amenaza extranjera. Y, como muchos cruzados, ha sido acusado de malversación de fondos públicos.
La vesania de Arpaio solo puede explicarse por una confusión enfermiza entre ley, orden y poder. Maltrata a los inmigrantes porque este “idealista, amante esposo y padre orgulloso” quiere ser más radical que los votantes que le exigen mano de hierro contra el desorden.
Más que un sheriff, es un agitador de linchadores en potencia. Ford, Hawks y Sturges exigen su destitución.
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