Los retratos del Congreso
Con la que está cayendo, uno piensa que nuestros políticos están haciendo esfuerzos de verdad por cambiar su modo de actuar. Sin embargo, a poco que uno mira en la prensa se percata de que esto no es así. El fin de semana pasado llenaba muchas páginas el estreno (en Venezuela, nada menos) como conferenciante de José Luis Rodríguez Zapatero, que parece va a seguir los pasos, tan criticados por muchos de sus correligionarios, del expresidente Aznar. Ajeno, suponemos que bien pagado y desde la relajación que da la distancia, descubría la cuadratura del círculo diciendo que España debía acometer reformas estructurales, como si él no hubiese podido hacerlas en su mandato.
Por otro lado, el otro día, leía que la mesa del Congreso (que agrupa a diferentes partidos) había aprobado un gasto de más de 100.000 euros. El destino de los mismos, lejos de redundar en el bien común, es la realización de dos retratos de los dos últimos presidentes de la Cámara, José Bono y Manuel Marín.
En el primer caso, el retrato rondaba los 90.000 euros, y su filantrópico destino era adornar uno de los pasillos del hemiciclo. En el caso de Marín, este había optado por una opción más “económica”, una fotografía, valorada en “sólo” unos 27.000 euros. Está claro que puede parecer demagógica esta crítica, pero no lo es cuando uno ve cómo se agolpan cerca de una treintena de indigentes en la puerta de la sede parroquial de Cáritas. Con esa cantidad creo que podría darles para algún que otro mes de ayuda alimenticia. Como no va a ser así, al menos pediría a los señores Bono y Marín que les envíen una foto de los módicos retratos o que les inviten al Congreso de los Diputados a que vean cómo han quedado.— Álvaro Giménez García.
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