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La fama cabe en una viñeta

Cantantes, políticos y actores ocupan cada vez más espacio en el mundo del cómic

BLUE WATER

Por alguna extraña razón, los tebeos han tenido siempre un indudable atractivo para la biografía. Quizás por esa innata capacidad didáctica que tiene la narrativa gráfica, no es difícil encontrar a lo largo del tiempo diferentes colecciones de tebeos dedicadas a la vida de personajes ilustres. Una costumbre que, en tiempos, se centraba más en la sacrificada vida de santos, pero que poco a poco fue incluyendo todo tipo de personalidades de la sociedad, de la política y de la historia, en una evolución que, lógicamente, tenía que llegar al famoseo más variado. Cierto es que, si nos atenemos a la cronología estricta, los famosos del corazón ya entraron en los cómics de forma habitual en las llamadas Biblias de Tijuana, descacharrantes tebeos de desvergonzada –y brutal- pornografía de principios del siglo XX, pero es de suponer que la mayoría de los galanes de cine y televisión se sentirían más contentos por protagonizar las pequeñas incursiones que se harían habituales en los comic-books años después. En los 40, Orson Welles requeriría ya los servicios de Superman para enfrentarse a los marcianos, pero sería Bob Hope el que definitivamente tendría su propia serie de tebeos en los años 50, que abriría la puerta a otras colecciones dedicadas a famosos cómicos, como la pareja formada por Dean Martin y Jerry Lewis.

Definitivamente, las celebridades pedían paso en el mundo de los cómics y, durante los años 60 y 70, la editorial Marvel les pondría alfombra roja aprovechando que sus personajes transitaban por el mundo real. En las páginas de Spider-Man, Capitán América o Los Vengadores sería habitual la presencia de presidentes, políticos o famosos del cine y la televisión, en guiños que eran tan apreciados por el público como por los propios famosos. Una situación que aprovecharía la editorial para lanzar todo tipo de tebeos o colecciones basadas en celebridades, desde las dedicadas a Juan Pablo II o la Madre Teresa de Calcuta a la delirante protagonizada por el grupo Kiss, que tuvo un gran éxito entre sus fans y daría el pistoletazo de salida a una inmensa cantidad de series dedicadas a músicos, desde las consagradas a Prince o Alice Cooper a la colección Rock’N’Roll Comics que editaba en los 90 la editorial Revolutionary Comics.

Sin embargo, tuvo que llegar el siglo XXI para que se diera un paso más allá y la historieta se presentara como un medio válido para la prensa del corazón. Lo hacía, paradójicamente, desde la inteligente crítica que el guionista británico Peter Milligan y el dibujante Mike Allred planteaban en su exitosa y ácida serie X-Statix. El anuncio de que la próxima superheroína que se adheriría al grupo sería una resurrecta Princesa Diana de Gales terminó en intentona frustrada tras una agría polémica mediática, que no pasó desapercibida para algunos editores conscientes de los pingües beneficios que puede dar una trifulca con un famoso. Como por ejemplo BlueWater Press, que dedica prácticamente toda su producción a series basadas en famosos: por sus colecciones Fame y Female Force han pasado desde Lady Gaga a Sarah Palin, de Obama a Justin Bieber, resquebrajando definitivamente la caja de Pandora. En los últimos años se han podido ver desde series protagonizadas por Barack the Barbarian a una sorprendente Steampunk Sarah Palin, reconvirtiendo en superhéroes a famosos en una moda que ha llegado también a España, donde hemos visto tebeos protagonizados por Jorge Lorenzo, Fernando Alonso o Chiqui Martí.

Y ojo que la cosa no acaba ahí. Para cerrar definitivamente el círculo, los famosos no sólo protagonizan los tebeos, sino que ahora también los escriben: desde glorias del friquismo Mark Hamill o William Shattner hasta actores de fama reconocida como Samuel L. Jackson, Jennifer Love Hewitt o Nicholas Cage, pasando por directores como Kevin Smith o los hermanos Wachowski, o divas como Rosario Dawson o Jada Pinkett-Smith, cada vez son más los famosos picados por el comezón del noveno arte.

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