Condenada la etarra Lola a 102 años por un atentado en Santander
La Audiencia Nacional rebaja en 143 años y medio la pena al considerar que la terrorista fue cómplice del ataque pero no autora material
La Audiencia Nacional ha condenado a 102 años de cárcel a la etarra Dolores López Resina, Lola, como "cómplice" del atentado perpetrado con coche-bomba en febrero de 1992 en el barrio de La Albericia de Santander en el que tres personas murieron y 20 resultaron heridas.
En su sentencia, la sección primera de la Sala de lo Penal rebaja en 143 años y medio la pena que solicitaba el fiscal Ignacio Gordillo al considerar que la terrorista fue cómplice del ataque, pero no autora material del mismo, porque entiende que su participación en estos hechos no fue "imprescindible, necesaria o nuclear".
El atentado fue perpetrado el 22 de febrero de 1992, por los ya condenados Iñaki Recarte y Luis Angel Galarza, quienes situaron un coche cargado de explosivos en el cruce de La Albericia por donde, según habían comprobado, pasaba "diariamente" una furgoneta policial, a cuyo paso lo hicieron estallar causando la muerte de tres transeúntes e hiriendo a 20 personas.
El tribunal considera probado que López Resina, que también ha sido condenada a indemnizar con 300.000 euros a los herederos de los fallecidos, "comprobó, a petición de sus compañeros de ETA, que por el cruce de La Albericia pasaban patrullas de policía, sin que conste que facilitara" datos "esenciales" para cometer la acción terrorista.
Según la resolución, es lo "equívoco de las declaraciones" lo que impide al tribunal "formar su convicción sobre las intervención de la procesada en los hechos". Las principales contradicciones se encuentran en el testimonio de los ya condenados por estos hechos que dijeron que obtuvieron los datos de conversaciones interceptadas con un escáner y uno de ellos, Iñaki Recarte, aseguró que Lola no ocupaba el piso de la calle General Dávila, desde el que se veía el cruce de La Albericia, sino que vivía en otro. Sin embargo, también mantuvo que la acusada vigiló el punto donde cometen el atentado" porque "desde la casa de Lola se domina el cruce de La Albericia".
Así, del análisis de esta declaración y de otras ofrecidas en el juicio "se extrae que la procesada sí formaba parte del grupo de ETA desplazado a Santander en la fecha de los hechos, pero no que tuviera una intervención imprescindible, necesaria o nuclear en el atentado ocurrido".
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