Nuevos 'inquilinos' en la calle Acuerdo
El colectivo Rompamos el Silencio abandona el edificio que ocupó el 30 de junio. Le sucede otro grupo, Atravesando el tsunami
La Semana de Lucha Social ha tenido, al final, nueve días. Siete de charlas y mesas redondas en el antiguo colegio de la calle Acuerdo nº 8, ocupado por el grupo Rompamos el silencio el pasado 30 de junio a las 16.00 horas, de manifestaciones y reivindicaciones en las calles de Madrid, y dos más de compás de espera. Una semana, un día y 20 horas de ocupación que han finalizado con una rueda de prensa celebrada en un aula del colegio a las 12.00 de esta mañana.
En ella, dos miembros del colectivo anunciaban el final de las actividades y, "por tanto, de la ocupación". Al terminar, otros dos jóvenes, pertenecientes a otro colectivo social madrileño, Atravesando el tsunami, cogían el testigo y ocupaban la escuela con la intención de crear "un centro social" que vertebre "las iniciativas sociales del barrio y de la ciudad". Pero en estos nueve días el tema central no ha sido la ocupación, sino la puesta de largo de las reivindicaciones de Rompamos el Silencio.
Una semana, un día y 20 horas después
"Hacemos esto para llamar la atención sobre otros problemas. Para nosotros la ocupación es una herramienta". Las palabras de José Luís S. G., paleontólogo de profesión, resuenan en las escaleras del edificio. Desde el 30 de junio los cinco pisos, el patio y las aulas de este antiguo colegio funcionan como el centro de convergencia, como sus ocupantes lo denominan. Un lugar donde se han sucedido conferencias sobre vivienda, precariedad laboral, antimilitarismo, ecologismo o globalización y se han preparado las actividades que el colectivo ha desarrollado a lo largo y ancho de Madrid.
Toda la información se ha ido coordinando, en paralelo, a través del centro de medios, un local de la cercana calle Marqués de Leganés que Ecologistas en Acción ha cedido a la causa. Una ocupación temporal que, año tras año -en 2006 el colectivo permaneció durante una semana en los cines Bogart de Madrid-, Rompamos el Silencio lleva a cabo para presentar su programa semanal de actividades y reivindicaciones.
A José Luís le acompaña Alba S. M., estudiante de 26 años del doctorado de Ciencias Políticas, una de las portavoces que se han encargado de coordinar los 12 ejes temáticos (vivienda, ocupación, educación, migraciones...), las mesas redondas y las actuaciones en la calle, que en lenguaje activista se denominan acciones directas no violentas."Ha sido un trabajo muy intenso, una semana sin parar de trabajar", subraya Alba. El lunes actuó el eje de Vivienda (ocupación pacífica de la Empresa Municipal de la Vivienda) y el miércoles lo hizo el de Memoria Histórica (recorrido nocturno por la ciudad).
El jueves fue el turno del Eje de Educación: unas 60 personas se manifestaron ante la Agencia de la Comunidad de Madrid para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor. Y el viernes y el sábado, Antimilitarismo (los activistas de Rompamos el Silencio colgaron esquelas sobre el gasto militar en las vallas del recinto del Cuartel de Estado Mayor del Ejército, en la plaza de Cibeles) y una visita al Museo Antropológico de Madrid. Donde sí han tenido problemas es en la calle. El pasado miércoles la Policía arrestó a dos miembros de Rompamos el Silencio. Ocurrió después de una de estas acciones, en la estación de Metro Gregorio Marañón. Un altercado entre los miembros de seguridad y dos activistas acabó con éstos en libertad con cargos, acusados de desorden público y obstrucción a la autoridad.
Pero en este antiguo colegio, en pleno centro de Madrid, nada. Ni la Policía, ni el Ayuntamiento de Madrid, ni el propietario del edificio, el arquitecto Leopoldo Arnáiz, se han puesto en contacto con el colectivo. El pasado lunes 2 de julio, Arnáiz hizo llegar una nota de prensa a la Agencia Efe en la aseguraba que "estudia varias alternativas de destino para el edificio, tales como una residencia de ancianos" o una de "jóvenes". Pero más allá del comunicado, nada. Aunque a partir de esta mañana Rompamos el Silencio "ya no gestiona" el edificio.
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